«Podemos detener un ataque al corazón durante el proceso, pero primero hay que llegar al hospital», dijo Catherine Ryan, profesora asistente de investigación de enfermería médico-quirúrgica. «El verdadero impulso para mejorar la supervivencia es que lleguen pronto».
Ryan presentó sus hallazgos en la reunión anual de la Asociación Americana del Corazón celebrada esta semana en Dallas.
El tiempo es esencial durante un ataque al corazón, y los médicos han instado a las personas que experimentan síntomas comunes -falta de aliento, sudores fríos, náuseas, mareos o molestias en el pecho, el brazo, el cuello o la mandíbula- a acudir a un hospital lo antes posible. Sin embargo, el retraso en la búsqueda de tratamiento es común y empeora el resultado después de un ataque al corazón, dijo Ryan.
Ryan trató de determinar si el retraso estaba relacionado con el conjunto de síntomas que los individuos experimentan durante un ataque al corazón. Estudios anteriores sobre el retraso, dijo, se centraron en un solo síntoma, no en grupos, o en las características demográficas de los pacientes.
Pidió a los autores de 10 estudios de este tipo que le enviaran sus datos, y ocho grupos de autores de Estados Unidos y Gran Bretaña cumplieron. Los datos se habían recogido en entrevistas con 1.073 pacientes que habían sufrido infartos.
Ryan estudió 12 síntomas comunes: molestias en el pecho; molestias en los hombros, brazos o manos; molestias en el cuello o la mandíbula; molestias en la espalda; molestias abdominales; indigestión; náuseas y vómitos; falta de aliento; sudoración; mareos y aturdimiento; debilidad y fatiga.
Su análisis mostró que los individuos con los retrasos más cortos (una media de 9,78 horas) tenían una mayor probabilidad de experimentar el mayor número de síntomas. Los individuos con los mayores retrasos (una media de 22,77 horas) tenían una probabilidad moderada de experimentar dolor en el pecho y falta de aliento.
La sudoración puede ser una variable clave en el conjunto de síntomas que impulsan a los individuos a buscar tratamiento, dijo Ryan. Pero la investigación no pudo determinar si la sudoración es un indicio de un ataque cardíaco más grave.
El estudio fue financiado por los Institutos Nacionales de Salud a través del Centro de Reducción de Riesgos en Poblaciones Vulnerables de la UIC.