Metabolismo

Más del 90 por ciento del alcohol ingerido se metaboliza en el hígado a una tasa de aproximadamente media onza por hora, pero la tasa varía de una persona a otra. La tasa de degradación y eliminación en el hígado depende de una serie de factores genéticos y ambientales, como el tamaño del cuerpo, la exposición previa al alcohol, la ingesta de alimentos y el estado de salud general de la persona. Mientras espera a ser degradado, el alcohol permanece en la sangre y parte se excreta a través del aliento (que es como funcionan los alcoholímetros), la orina, la saliva y el sudor.

En el hígado hay tres sistemas para degradar o desintoxicar el alcohol (\(\PageIndex{1})). Son el sistema de la alcohol deshidrogenasa (ADH), el sistema microsómico de oxidación del etanol (MEOS) y el sistema de la acetaldehído deshidrogenasa (ALDH). La ADH y la ALDH trabajan juntas para descomponer el alcohol en acetato, que es más fácil de eliminar del organismo. La ADH degrada el etanol en acetaldehído, un conocido carcinógeno. Existe algo de ADH en el estómago y los niveles de esta enzima disminuyen con el ayuno. La ALDH degrada rápidamente el acetaldehído en acetato, que se descompone en dióxido de carbono y agua en los tejidos extrahepáticos. Las personas de ascendencia asiática tienen niveles reducidos de ALDH, lo que contribuye al enrojecimiento que se experimenta habitualmente después de beber alcohol. Otros efectos secundarios de la acumulación de acetaldehído son la aceleración de los latidos del corazón y la hiperventilación. Una quinta parte del alcohol absorbido es degradado por la MEOS a acetaldehído.

Figura \N(\PageIndex{1}\N): Descomposición del alcohol en acetaldehído y acetato.

Las vías químicas implicadas en la degradación del etanol utilizan NAD+ y lo toman de otras vías como la glucólisis (la descomposición de la glucosa) y el ciclo TCA (ácido tricarboxílico) (también conocido como ciclo de Krebs) que genera energía a partir de la glucosa. Como resultado, el NADH2 se acumula y ralentiza el ciclo del TCA provocando la acumulación de acetil CoA. El exceso de acetil CoA se desvía a la síntesis de ácidos grasos y éstos se incorporan a los triglicéridos. Estos triglicéridos pueden acumularse en el hígado y, con el tiempo, obstruir el hígado y perjudicar su función. Este es uno de los mecanismos propuestos por los que la grasa se acumula en el hígado tras la ingesta de alcohol.

Cuando se consume alcohol en exceso, el etanol circula en la sangre hasta que las enzimas hepáticas están disponibles para degradarlo. El subproducto de la degradación, el acetaldehído, es perjudicial. Además, el alcohol disminuye la producción de la hormona antidiurética (ADH) y la disminución de los niveles de ADH impide la retención de agua, por lo que aumentan las pérdidas de agua y de vitaminas hidrosolubles. Las bebidas alcohólicas no hidratan y su ingesta excesiva puede provocar deshidratación.

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