El fuego se produce por una reacción química entre dos o más sustancias, normalmente el oxígeno del aire y algún tipo de combustible (gasolina, madera o carbón, por ejemplo). Esta reacción se desencadena por un calor extremo, a menudo causado por otra llama o una chispa. El propio calor del fuego es suficiente para mantener la reacción química mientras haya combustible para quemar.

La idea básica de un lanzallamas es propagar el fuego lanzando combustible ardiendo. Los primeros lanzallamas, que datan aproximadamente del siglo V a.C., eran largos tubos llenos de material sólido en llamas (como azufre o carbón). Estas armas funcionaban del mismo modo que una cerbatana: los guerreros sólo tenían que soplar en un extremo del tubo, impulsando la materia ardiente hacia sus enemigos.

Publicidad

Un tipo de lanzallamas más sofisticado comenzó a utilizarse de forma generalizada en el siglo VII. En esta época, el Imperio Bizantino añadió el «fuego griego» a su arsenal. El fuego griego era probablemente una mezcla de petróleo líquido, azufre, cal viva y otros elementos. En cualquier caso, era un fluido altamente inflamable a base de petróleo.

En combate, las fuerzas bizantinas bombeaban esta sustancia desde un gran depósito, a través de estrechos tubos de latón. Estos tubos concentraban el líquido presurizado en un potente chorro, del mismo modo que una manguera y una boquilla concentran el agua en un chorro estrecho. Los soldados encendían una mecha en el extremo de los tubos de latón para encender el chorro de líquido al salir disparado. El chorro de fluido llevaba el fuego a decenas de metros por el aire.

Los bizantinos montaron estas armas a lo largo de las murallas de Constantinopla, así como en las proas de sus barcos. Como la sustancia inflamable era a base de aceite, seguía ardiendo incluso cuando golpeaba el agua, lo que la convertía en un arma especialmente eficaz en las batallas navales.

««

Los lanzallamas tienen usos militares y civiles. Ver más fotos de lanzallamas.

Al principio, los enemigos de los bizantinos estaban desconcertados por esta horrible arma, pero en poco tiempo, otros copiaron la tecnología. Los chinos aplicaron su avanzada tecnología para llevar la idea al siguiente nivel. Los bizantinos utilizaron una bomba muy básica, como la que se utiliza para sacar agua de un pozo subterráneo. Este tipo de bomba sólo empuja el líquido en la carrera descendente, por lo que el lanzallamas bizantino sólo podía disparar fuego en ráfagas cortas. Los chinos habían desarrollado una bomba más avanzada, el fuelle de doble efecto. Los fuelles de doble efecto consisten en un pedal pivotante que acciona dos cámaras de bombeo. Cuando el pedal empuja hacia abajo una cámara (la carrera descendente), levanta la otra (la carrera ascendente). De este modo, la bomba empuja constantemente el fluido, lo que permite un flujo continuo de combustible (y, por tanto, una ráfaga constante de fuego).

Poco después de que este tipo de armamento entrara en uso, fue eclipsado por otra tecnología pirotécnica: la pólvora. Durante los siguientes mil años, la pólvora revolucionó el mundo de la guerra, y los lanzallamas quedaron más o menos relegados.

Pero, como veremos en la siguiente sección, los lanzallamas acabaron reintroduciéndose en el arsenal de combate del mundo, de forma modificada.

Publicidad

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.