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Philip Kosloski – publicado el 11/03/17
actualizado el 03/08/21

Renata Sedmakova |

Muchas tradiciones sostienen que José murió en brazos o en presencia de Jesús y María.

Poco se sabe de la vida de San José, padre adoptivo de Jesús. Sólo se le menciona unas pocas veces en los Evangelios, y nunca dice una palabra.

Sin embargo, la mayoría de los eruditos bíblicos creen que José murió antes de la crucifixión de Jesús. Esto se debe principalmente al hecho de que José no estuvo presente en la crucifixión y en el Evangelio de Juan, Jesús confía su madre a alguien ajeno a la familia (cf. Juan 19:27).

Teniendo en cuenta este escenario histórico, muchas tradiciones sostienen que José murió en brazos o en presencia de Jesús y María. Es una imagen hermosa, que ha llevado a la Iglesia a proclamar a José como patrón de la «muerte feliz».

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Hay numerosos relatos de este momento, pero uno especialmente conmovedor es el de los escritos de la Venerable Madre María de Jesús de Ágreda (alias la monja bilocadora). Ella escribió sobre el episodio en «Ciudad Mística de Dios», y está registrado como una revelación privada.

Entonces este hombre de Dios, volviéndose hacia Cristo, nuestro Señor, con la más profunda reverencia, quiso arrodillarse ante Él. Pero el dulcísimo Jesús, acercándose, lo recibió en sus brazos, donde, reclinando su cabeza sobre ellos, José dijo: «Mi altísimo Señor y Dios, Hijo del Padre eterno, Creador y Redentor del Mundo, da tu bendición a tu siervo y a las obras de tu mano; perdona, oh Rey misericordioso, las faltas que he cometido en tu servicio y trato. Te ensalzo y magnifico y te doy eternas y sentidas gracias por haberme elegido, en tu inefable condescendencia, para ser el esposo de tu verdadera Madre; que tu grandeza y gloria sean mi acción de gracias por toda la eternidad.»

El Redentor del mundo le dio su bendición, diciendo: «Padre mío, descansa en paz y en la gracia de mi Padre eterno y del mío; y a los Profetas y Santos, que te esperan en el limbo, llévales la alegre noticia de la proximidad de su redención.»‘

Al oír estas palabras de Jesús, y reclinado en sus brazos, el felicísimo San José expiró y el mismo Señor le cerró los ojos.

Sea como fuere, José debió morir una «muerte feliz» rodeado de la esposa y el hijo más amorosos de todo el universo.

Aquí tienes una breve oración a San José, pidiéndole que interceda por nosotros para que nuestra muerte sea también «feliz».

O BENDITO JOSÉ, que entregaste tu último aliento en los brazos
de Jesús y María, alcánzame esta gracia, oh santo José,
para que pueda exhalar mi alma en alabanza, diciendo en espíritu,
si no puedo hacerlo con palabras:

«Jesús, María y José, te doy mi corazón y mi alma.»
Amén.

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