Hace unos años, después de escribir un libro de autoayuda para mujeres jóvenes con problemas de atracones, jugué con la idea de obtener un título de trabajo social o terapia familiar. ¡Qué maravilla poder ayudar a la gente para ganarse la vida! Pero el hecho de volver a la escuela y tener que estudiar de nuevo me daba mucho miedo. Solía ser muy buena estudiante, pero ahora… Estoy tan cansada de ganarme la vida y de mantener a mi hijo pequeño que mi cerebro parece un queso suizo. Sin embargo, los educadores e investigadores dicen que no es necesario tener la mente despreocupada de un niño de primaria o la resistencia nocturna de un adolescente para ser un buen estudiante. Lo único que se necesita es la determinación de aprender algo nuevo y las herramientas adecuadas. Sigue leyendo:
#1 Ponte visual. Al parecer, el aprendizaje a través de novelas gráficas está a punto de convertirse en la próxima gran novedad. En un estudio reciente publicado en Business Communication Quarterly, el profesor de la Universidad de Oklahoma, Jeremy Short, descubrió que los cómics ayudan más a los estudiantes de empresariales a recordar cosas palabra por palabra que los libros de texto tradicionales. Si lo pensamos bien, tiene sentido. «Puedo recitar frases de películas y literatura, pero no puedo andar citando libros de texto», dice Short. Él mismo utilizó el método de la novela gráfica para repasar las matemáticas cuando se estaba doctorando: «Compré la Guía de dibujos animados de estadística. Era un libro realmente interesante y me puso al día con lo que ya debería haber aprendido». Existen guías gráficas de este tipo para casi cualquier cosa sobre la que se quiera aprender más: genética, medio ambiente, historia del universo. Kaplan tiene incluso una guía de estudio del vocabulario del SAT en forma de cómic.
#2 Apúntate al gimnasio. Un estudio tras otro ha confirmado que el ejercicio regular mejora la función cognitiva, la memoria e incluso las notas de los estudiantes. El ejercicio cardiovascular envía más oxígeno al cerebro en el momento y a medida que se envejece, y algunas investigaciones sugieren que el efecto acumulativo puede beneficiar la salud de las neuronas. En una investigación especialmente fascinante, los científicos de la Universidad de Illinois en Urbana-Champaign prepararon los hábitats de las ratas de diversas maneras: algunos con colores brillantes y muchas actividades y juguetes, otros con muchos alimentos y olores diferentes, otros con una rueda para correr. Al final, el único factor que importaba para la capacidad cerebral de las ratas era la rueda, y las ratas que hacían ejercicio obtuvieron mejores resultados en las pruebas cognitivas y tenían cerebros más sanos que las demás.
#3 Comparte tus progresos. Recopilar los apuntes de clase o escribir las preguntas y respuestas siempre me ayudó a mejorar en los exámenes cuando estaba en la escuela. Redactar actualizaciones sobre lo que estás aprendiendo y publicarlas en redes sociales como Twitter podría ser la versión 2013 de esa práctica. Investigadores de la Universidad Estatal de Michigan descubrieron recientemente que los estudiantes que tuitean regularmente como parte de sus clases están más comprometidos con el material del curso y obtienen mejores notas. Parte de la mejora puede venir también de la conexión y la conversación con otros tuiteros interesados en los mismos temas.
#4 Ponte a prueba antes de estudiar. Los psicólogos saben desde hace décadas que hacer un examen ayuda a las personas a retener mejor lo aprendido que si simplemente pasan más tiempo estudiando. Pero investigaciones recientes han revelado un giro sorprendente: funciona aún mejor si se hace el examen antes de saber nada sobre un tema, por lo que está casi garantizado que uno se equivoca en las respuestas. Un experimento de 2009, por ejemplo, descubrió que los estudiantes que intentaron responder a las preguntas del examen de neurología antes de leer sobre el tema recordaban más información una semana después que los estudiantes a los que se les dio una lista de palabras clave y temas de antemano e incluso los estudiantes a los que se les dieron las mismas preguntas del examen y se les dijo que las memorizaran. Los expertos aún no han averiguado por qué funciona este truco de aprendizaje tan poco intuitivo, pero parece que la clave está en intentar recordar la información -y no hacerlo-. Si no tienes un examen práctico a mano, utiliza las preguntas que suelen aparecer al final de los capítulos de los libros de texto o convierte los títulos de los temas en preguntas preguntándote qué significan las palabras clave. Haz tu mejor conjetura: cuando descubras la respuesta real, es posible que nunca la olvides.