El color rosa huele a fruta y el color naranja desprende un olor a humedad, sin importar de qué parte del mundo seas. Un nuevo estudio publicado en PLOS One, realizado por un equipo de investigadores internacionales, detalló sus hallazgos. Se trataba de determinar si la asociación entre los olores y los colores está programada en nuestros cerebros o está influenciada culturalmente.
Previamente, los investigadores creían que la asociación entre el color y el olor sólo se producía en personas a las que se les había diagnosticado sinestesia, una rara afección que vincula uno de los cinco sentidos con algo no relacionado, como por ejemplo, poder ver realmente los sonidos. Algunos investigadores también han podido establecer conexiones científicas entre los olores, las notas musicales y las formas geométricas que demuestran que están grabadas en el cerebro; sin embargo, los estudios realizados hasta ahora no han podido demostrar la relación entre el color y el olor.
Ahora se ha demostrado científicamente que los colores tienen los mismos vínculos con ciertos olores a escala global, lo que significa que hay algo que ocurre a nivel neurológico. Los investigadores estudiaron a 20 personas de cada uno de los seis grupos culturales diferentes, que incluían holandeses, chinos residentes en los Países Bajos, alemanes, malayos, chinos de Malasia y estadounidenses, según The Huffington Post.
Los investigadores dieron a cada persona 14 bolígrafos de olor con una paleta que contenía 36 colores diferentes sin nombre. Pidieron a los participantes que olieran los bolígrafos y calificaran qué colores eran los menos y los más propensos a emparejarse. Independientemente de la cultura a la que perteneciera el participante, hicieron asociaciones similares con respecto a la relación entre el olor y el color, lo que demuestra que no es un fenómeno influenciado por la cultura.
La hipótesis era que las asociaciones entre el color y el olor serían diferentes entre las culturas, al igual que el idioma, la edad de matrimonio, las experiencias de viaje y la frecuencia con la que se cocina están estrechamente ligadas a cada cultura a la que pertenece una persona. Pero no fue así. Aunque todas las culturas compartieron resultados de asociación similares, fueron los participantes estadounidenses los que más se asemejaron a cada cultura, mientras que los malayos tendieron a ser los más disímiles.
Los participantes coincidieron en gran medida en que los olores afrutados olían al color rosa y al rojo, mientras que los olores a humedad olían al color naranja y al marrón. Los olores de los jabones los relacionaban con colores pastel claros, mientras que los olores de plástico evocaban una conexión con una paleta oscura y neutra.
El hecho que más sorprendió a los científicos fue que estas personas no tenían sinestesia, que afecta aproximadamente a una de cada 27 personas en diferentes niveles neurológicos de fuerza. Algunos pueden saborear la música, los colores, las formas e incluso las emociones de las personas. Pero para los que tenemos los cinco sentidos normales, el descubrimiento demuestra que también hay algo en juego en nuestros cerebros, y quizá algún día los científicos puedan descubrir todo el potencial de estos cruces de sentidos.