En el antebrazo hay dos huesos: el radio y el cúbito. Cuando alguien sufre una fractura de antebrazo, pueden romperse tanto ambos huesos como sólo uno de ellos.

Las fracturas de antebrazo son uno de los tipos de fracturas más comunes. Se producen como resultado de una fuerza externa, normalmente cuando alguien se cae sobre la mano o el antebrazo. Las personas mayores con osteoporosis tienen un mayor riesgo, y a veces se rompen el antebrazo incluso ejerciendo la más mínima fuerza sobre él.

Las fracturas simples de antebrazo que no están desplazadas, no muestran fragmentos de hueso ni lesiones en los tejidos blandos pueden tratarse de forma conservadora. En cambio, las fracturas desplazadas, las fracturas abiertas o las fracturas con fragmentos óseos requieren tratamiento quirúrgico.

Las fracturas cercanas a la muñeca o que afectan a la muñeca se explican en el capítulo titulado Cirugía de las fracturas de muñeca.

Las fracturas del antebrazo deben fijarse en la posición correcta hasta que sanen, de modo que la muñeca y la articulación del codo no queden impactadas. Esto a menudo sólo es posible con la fijación quirúrgica de la fractura.

En función del tipo y la localización de la fractura, se utilizan diferentes procedimientos de osteosíntesis.

¿Qué preparativos se llevan a cabo antes de la intervención?

Un examen radiográfico sirve para determinar la progresión exacta de la rotura ósea.

Se requieren todas las evaluaciones preoperatorias habituales, como un análisis de sangre, la medición de la presión arterial y un ECG. El paciente debe dejar de tomar medicamentos anticoagulantes y tener el estómago vacío para la intervención.

¿Cómo se realiza la operación?

En función de la situación y del estado general del paciente, la operación se realiza con anestesia general o regional. Si se utiliza anestesia regional, los pacientes reciben un sedante y suelen dormir durante la operación.

El procedimiento y el material utilizado para fijar la fractura dependen de la localización y del tipo de fractura del antebrazo. La operación puede realizarse de forma ambulatoria.

Fijación con tornillos percutáneos

La fijación con tornillos percutáneos se utiliza para fracturas con fragmentos grandes.

Se endereza el hueso y también se perfora una aguja guía (aguja de Kirschner) en la posición deseada en la fractura ósea a través de pequeñas incisiones en la piel y bajo imagen fluoroscópica. Por último, se atornilla un tornillo óseo y se vuelve a retirar la aguja. Se requiere una media de 2 a 3 tornillos para la fijación estable de una fractura.

Fijación con placa

Si la fractura consta de múltiples fragmentos óseos, suelen fijarse con una placa de titanio. En primer lugar, los fragmentos se llevan a la posición correcta con un alambre. A continuación, se coloca una placa de titanio en el hueso del hombro y se atornilla a las partes estables del hueso y a los fragmentos óseos. Después, se pueden volver a retirar los alambres.

Si el hueso de la zona de la rotura está demasiado dañado o no hay suficiente osteólisis, a veces se realiza un injerto de hueso. En el proceso, se suele tomar hueso de la pelvis y se injerta en la zona de la fractura.

Fijación externa

En el caso de una lesión del tejido blando (piel, músculo), la fractura se suele fijar con un dispositivo de fijación externa desde el exterior. Durante este método, se insertan tornillos y varillas metálicas por encima y por debajo de la fractura en el hueso. Las piezas metálicas sobresalen del brazo y se fijan fuera de la piel con una varilla. De este modo se crea una base estable que fija la rotura del hueso.

¿Cuál es el porcentaje de éxito de este procedimiento?

El proceso de curación de las fracturas de fémur depende del tipo de fractura, del estado del hueso y del estado general del paciente. Las fracturas de antebrazo suelen curarse bien tras la fijación quirúrgica. El proceso de curación es más rápido que con el tratamiento conservador. El proceso de curación se acelera con ejercicios de fisioterapia específicos que se inician poco después de la operación.

¿Cuáles son las posibles complicaciones y riesgos de este procedimiento?

El tratamiento quirúrgico de las fracturas de antebrazo suele transcurrir sin mayores complicaciones. Como en toda cirugía, en casos excepcionales la operación puede dar lugar a infecciones, daños en los nervios, hemorragias postoperatorias o coágulos de sangre. En raras ocasiones, puede dar lugar a la formación de falsas articulaciones (pseudoartrosis) o al desarrollo de un síndrome de dolor regional, el Morbus Sudeck. El crecimiento óseo puede verse afectado en los niños.

¿Qué ocurre después de la operación?

Dependiendo del procedimiento utilizado, la operación puede realizarse en una clínica ambulatoria o requiere una estancia de varios días en el hospital. Los ejercicios se inician pronto para que el paciente conserve el movimiento de sus articulaciones y dedos. El brazo debe estar inmovilizado con una escayola o una férula durante aproximadamente un mes. El paciente no puede apoyar todo su peso en la pierna hasta que ésta haya cicatrizado por completo; esto llevará aproximadamente de 6 a 8 semanas.

Después de la fijación con tornillos percutáneos, el metal debe retirarse al cabo de 3 o 4 meses. Las placas de titanio pueden dejarse en el cuerpo siempre que no causen molestias.

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