Todos hemos tenido gripe o al menos sabemos lo que se siente.
La miserable colección de síntomas incluye falta de energía, dificultad para concentrarse, somnolencia, pérdida de apetito y malestar general.
Para la mayoría de nosotros, estos síntomas desaparecen en unos pocos días. Para algunos, tardan mucho más. Aunque tendemos a culpar al virus de la gripe por hacernos sentir mal, los síntomas son en realidad el resultado de que nuestro sistema inmunitario intenta combatir el virus.
Los síntomas de la gripe son provocados por unas proteínas, las citoquinas proinflamatorias, que nuestro cuerpo produce para combatir la gripe y otras infecciones.
Cuando el sistema inmunitario se ve atacado por lesiones físicas, infecciones o toxinas, el sistema inmunitario genera una respuesta inflamatoria. La inflamación es un proceso fisiológico normal que ahora se entiende que desempeña un papel importante en muchas enfermedades médicas crónicas, como el cáncer, las enfermedades cardíacas, la diabetes, el asma y la obesidad. En cada uno de estos casos, la inflamación provoca la liberación de citoquinas. Las citoquinas, que se dividen en muchas clases diferentes, incluidas las anti y las proinflamatorias, se comportan como mensajeros y señalan a las células del sistema inmunitario.
Los efectos de las citoquinas proinflamatorias pueden causar una serie de síntomas físicos y psicológicos. Cuando esto ocurre se denomina comportamiento de enfermedad.
Recientemente, los científicos han podido demostrar cómo los síntomas del comportamiento de enfermedad reflejan los de la depresión. Los investigadores y los profesionales de la salud están empezando a comprender la conexión entre la inflamación y la depresión.
- Un estudio descubrió que los pacientes con trastorno depresivo mayor tenían niveles significativamente más altos de la citoquina proinflamatoria TNF-alfa que sus homólogos no deprimidos. Además, los pacientes con depresión tenían niveles bajos de citoquinas antiinflamatorias.
- Los investigadores también han descubierto que ocho semanas de tratamiento con Zoloft fueron capaces de disminuir algunas citoquinas proinflamatorias observadas en los pacientes deprimidos. Con Zoloft, los pacientes deprimidos también experimentaron un aumento de las citocinas antiinflamatorias.
- Un estudio con pacientes deprimidos clasificados como no respondedores complementó el tratamiento antidepresivo estándar de los pacientes con la adición de aspirina, un antiinflamatorio. Más del 50% de estos pacientes respondieron a este tratamiento combinado. Al final del estudio, más del 80% del grupo que respondió al antiinflamatorio entró en remisión.
Las citocinas, los mensajeros durante la inflamación, también se utilizan para tratar infecciones y trastornos autoinmunes. Los llamados trastornos autoinmunes son claros ejemplos de cómo un sistema inmunitario no regulado puede causar daños destructivos en muchos órganos y tejidos diferentes. Algunas de las enfermedades autoinmunes más comunes son la artritis reumatoide, la esclerosis múltiple, la enfermedad tiroidea y la enfermedad celíaca.
Los interferones, una forma de citoquinas que activan el sistema inmunitario y actúan como agentes antivirales, son un tratamiento habitual para la infección por hepatitis C. La investigación y los estudios clínicos han demostrado que el tratamiento con interferón puede provocar depresión en los pacientes con hepatitis C. Se ha informado de que entre el 20% y el 30% de los pacientes con hepatitis C que reciben tratamiento con interferón corren el riesgo de sufrir depresión.
LO BÁSICO
- ¿Qué es la depresión?
- Buscar un terapeuta para superar la depresión
En un estudio, casi un tercio de los pacientes con hepatitis C crónica que recibieron tratamiento con interferón mostraron síntomas psiquiátricos tras cuatro semanas de tratamiento. Los síntomas incluían manía, hipomanía y depresión. A lo largo de los años he tenido que ingresar a pacientes para que reciban tratamiento psiquiátrico en régimen de hospitalización por depresión y comportamiento suicida tras la terapia con interferón.
Parece que la inflamación y la complicada colección de mensajeros químicos del sistema inmunitario llamados citoquinas desempeñan un papel importante en la función cerebral y pueden causar síntomas psicológicos.
Cuando el cerebro se ve agravado por cualquier fuente -estrés, infecciones, traumatismos, accidentes cerebrovasculares, venenos o deficiencias nutricionales- la inflamación estimula la liberación de citoquinas proinflamatorias, que pueden afectar al estado de ánimo. Los científicos han propuesto muchos mecanismos sobre cómo puede ocurrir esto.
Un mecanismo sobre cómo un sistema inmunitario no regulado puede contribuir a la depresión se conoce bastante bien. Las citoquinas activan una enzima, la indoleamina 2,3-dioxigenasa (IDO), que degrada la serotonina y da lugar a niveles bajos del neurotransmisor. La IDO también degrada el precursor de la serotonina, el triptófano. La disminución de los niveles del neurotransmisor serotonina es probablemente el factor que contribuye al desarrollo de los síntomas depresivos. La contribución del proceso inflamatorio a la destrucción constante de la serotonina disminuye las posibilidades de recuperación.
Depresión Lecturas Esenciales
Durante demasiados años hemos intentado correlacionar la depresión con una deficiencia de serotonina y neurotransmisores relacionados en el cerebro. El uso de medicamentos basados en esta teoría ha dado resultados pésimos, apenas mejores que un placebo. Si comprendemos las anomalías fisiológicas subyacentes que contribuyen a los trastornos del estado de ánimo, es probable que nos beneficiemos de soluciones más eficaces.
Comprender la conexión entre la depresión y la inflamación da a los investigadores y a las empresas farmacéuticas el incentivo para buscar medicamentos alternativos para tratar la depresión. Mientras tanto, hay, sin embargo, intervenciones nutricionales y de estilo de vida bien investigadas que se sabe que disminuyen la inflamación y mejoran el estado de ánimo: el ejercicio, la reducción del estrés, los suplementos nutricionales (es decir, los ácidos grasos omega-3) y la optimización de los niveles de vitamina D. El estrés crónico es uno de los principales factores prevenibles que contribuyen a la inflamación y a la desregulación inmunitaria.
Para cada individuo, la respuesta inflamatoria es probablemente precipitada por una interacción única y compleja de agentes causales. Las infecciones, el estrés, las deficiencias nutricionales y el estilo de vida sedentario son los factores más comunes. La comprensión individual y personalizada de la inflamación y su contribución a la fisiología de los trastornos del estado de ánimo es un componente crítico, pero a menudo descuidado, de las terapias integrales para la depresión. Al descuidar la causa subyacente de la depresión, la recuperación es menos probable.