Los humanos tienen dos métodos básicos para señalar sus emociones a otros humanos; la expresión y la proyección.

Estos dos métodos de señalización no son iguales en facilidad o productividad.

La expresión emocional es superior para ganar empatía y construir la autorregulación emocional.

La proyección emocional es más fácil y a menudo regresiva para ganar empatía y construir la autorregulación emocional.

Como con la mayoría de las cosas en la vida, el método más valioso es el más difícil de hacer. Así es.

¿Pero cómo podemos saber si estamos expresando una emoción o proyectando una?

Una buena forma de distinguir la diferencia es notar si la persona emotiva está usando afirmaciones de Yo o de Tú.

Una persona que expresa una emoción usará mayormente afirmaciones en las que es la persona focalizada.

«Siento miedo porque no estoy seguro de nuestras finanzas.»
«Estoy enojado porque insultaste a mi hermana en la cena.»
«Estoy frustrado porque no siento que se me escuche.»
«Estoy triste porque algo en lo que tenía esperanzas no ha funcionado.»

Una persona que proyecta una emoción utilizará casi exclusivamente afirmaciones en las que la persona en la que se proyecta es la persona focal.

«¡No me explicas nuestra situación económica!»
«¡Te has portado como un imbécil en la cena!»
«¡Nunca escuchas nada, te entra por un oído y te sale por el otro!»
«No lo entiendes. Ni siquiera te importa. Es lo que sea. Bien.»

Tanto la expresión como la proyección son métodos que una persona emotiva utiliza para buscar la empatía, pero uno es un método mucho mejor que el otro. La razón por la que la expresión es mejor que la proyección es que no ataca a la persona de la que el individuo emotivo quiere empatía.

Incluso si es cierto que nuestra pareja no explica el dinero, fue un asno en la cena, no nos escucha y no está siendo receptiva a nuestros valores, proyectar sigue alejando a la pareja de la comprensión, la reconciliación y el crecimiento.

¿Por qué?

Los humanos son defensivos por naturaleza. Cuando un ser humano intenta proyectar una emoción negativa sobre otro ser humano, éste se defenderá de la carga emocional que no quería, no pidió y de la que es capaz de defenderse por naturaleza.

El mecanismo defensivo del ser humano sobre el que se proyecta sólo exacerbará cualquier desacuerdo que la pareja esté teniendo, llevando la situación a un lugar al que de otro modo no habría llegado.

La única vez que esto no ocurre es cuando la persona emotiva tiene dominio sobre la persona proyectada de algún modo. Una persona emotiva puede querer realmente empatía por su estado emocional, pero lo que persigue en cambio es la sumisión de la persona que percibe como la fuente de sus emociones negativas.

Entonces, ¿por qué la gente elige proyectar en lugar de expresar sus emociones, incluso cuando proyectar sólo acaba con las rosas pintadas de rojo?

«El camino de la menor resistencia hace que todos los ríos, y algunos hombres, estén torcidos.»
-Napoleón Hill

Porque es más fácil y no requiere que la persona emotiva se apropie y se responsabilice de sus emociones, lo que la pondría en un estado vulnerable para hacerlo.

Así como la persona en la situación sobre la que se proyecta tiene sus mecanismos defensivos para protegerse de las emociones negativas, la persona con las emociones negativas también tiene mecanismos defensivos diseñados para la autopreservación.

Nuestras mentes humanas prefieren proteger una mentalidad tóxica que tener que cambiar nuestra mentalidad a una productiva. Nuestra propia biología está adaptada a partir de milenios de maximizar nuestra producción/ingreso de energía como mecanismo de supervivencia. Las mentalidades que adoptamos de niños y llevamos a la edad adulta son perfectamente capaces de llevarnos por la vida hasta que muramos a una edad avanzada… probablemente amargados, pobres y solos, pero habremos corrido con éxito el curso de nuestros 80-90 años que es todo lo que la biología humana busca realmente.

Pero el hecho de que la mentalidad que recogimos de niños y llevamos a la edad adulta sea capaz de hacernos pasar por la vida, no significa que sea la mejor mentalidad para hacernos pasar por una vida feliz y exitosa.

Para eso tenemos que hacer un trabajo y aprender a luchar contra nuestros malos hábitos emocionales de la infancia.

Esto es más fácil de bloguear que de hacer, obviamente. Pero se puede hacer.

¿Cómo?

Primero, prestando atención a las afirmaciones Yo vs. Tú en situaciones emocionales. Tómate un momento para preguntarte:

«¿Estoy expresando lo que siento o intentando que otro sienta lo que yo siento?»
«¿Busco comprensión o control?»
«¿Quiero resolución o dominio?»

Esto puede parecer al principio una forma de que esa pareja que controla el dinero en el matrimonio, insulta a tu hermana en la cena, nunca escucha lo que tienes que decir o se niega a compartir tus valores se salga con la suya. Pero lo que realmente es un mecanismo para entender qué tipo de persona es ese compañero y cómo encaja en la relación.

Si podemos expresar nuestras emociones libres de atacar a la persona que percibimos como ofensor (es decir, la persona que es la causa de nuestro efecto emocional) y seguimos sin conseguir empatía, resolución o progresión, entonces sabremos mejor a qué atenernos en nuestras relaciones y podremos hacer el trabajo necesario para afrontar esa situación.

Cuando atacamos a la persona en la habitación por las emociones que estamos cargando, entonces todo lo que sabemos es lo que podemos esperar de nuestra pareja cuando está bajo ataque (por nosotros) y en un modo defensivo propio, lo cual no es una medida precisa de una dinámica de relación.

Lo que ganamos al expresar nuestras emociones en lugar de proyectarlas es el potencial de ayudar a nuestra pareja a comprender cómo nos afectaron sus palabras y acciones mientras se encuentra en un estado no defensivo o combativo.

Esto facilita la empatía y puede conducir a una reconciliación más rápida y a un crecimiento positivo de la relación.