La enfermedad hepática canina se encuentra entre las cinco principales causas de muerte no accidental en perros, y debe tomarse en serio. El hígado es responsable de una serie de funciones corporales esenciales. Si se ve comprometido de alguna manera, pone en peligro la salud general de su perro. Afortunadamente, la enfermedad y la muerte del hígado se puede evitar con sólo educarse sobre la enfermedad y aprender lo que puede hacer para ayudar a prevenirla.

La enfermedad del hígado es sólo un término médico general utilizado para describir cualquier tipo de trastorno o condición que afecta al hígado, causando niveles elevados de enzimas hepáticas en la sangre. Existen muchas formas diferentes de enfermedad hepática. Esto no debería sorprender si se tiene en cuenta la importancia y la actividad metabólica del hígado. Al igual que el hígado humano, el hígado de un perro elimina las toxinas y otras cosas peligrosas de su torrente sanguíneo. El hígado de un perro es capaz de funcionar incluso cuando la enfermedad lo consume en un 80%, lo cual es sorprendente. Desafortunadamente, el hecho de que el hígado puede funcionar cuando es este enfermo conduce a otras enfermedades bien desarrolladas antes de que el diagnóstico se hace finalmente, lo que hace que sea aún más importante para prevenir o tratar tan pronto como sea posible.

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Posibles causas de la enfermedad hepática

Algunas cosas que pueden hacer que tu perro sufra una enfermedad hepática son:

  • La exposición a toxinas como el plomo, el hierro, y fósforo
  • Infecciones de la piel en todo el cuerpo del perro
  • Infecciones virales y bacterianas
  • Flujo sanguíneo alterado al hígado debido a una enfermedad del corazón u otra anormalidad congénita
  • Hepatitis
  • Cavidades dentales y otras diversas enfermedades dentales
  • Genética – común en West Highland Terriers y Cocker Spaniels
  • La endogamia
  • Drogas – incluso las drogas prescritas por un veterinario puede causar la enfermedad del hígado si se utiliza durante un período prolongado de tiempo

Signos y síntomas

Algunos cambios que usted puede notar si su perro tiene la enfermedad del hígado son:

  • Amarillamiento de las encías, la piel, y los ojos
  • Pérdida de apetito
  • Aumento de la sed
  • Alejamiento
  • Vómitos prolongados
  • Diarrea severa
  • Orina de color naranja orina y un aumento de la frecuencia de la micción
  • Cambio de comportamiento como el ritmo y/o la depresión severa
  • Estómago hinchado
  • Convulsiones – en casos graves

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Diferentes tipos de enfermedades del hígado

1. Hepatitis infecciosa canina: es una infección aguda del hígado en perros causada por el adenovirus canino tipo 1 (CAV-1). Esta enfermedad se propaga en las heces, la orina, la sangre, la saliva y la secreción nasal de los perros infectados. Se contrae a través de la boca o la nariz, donde se replica en las amígdalas. A continuación, el virus infecta el hígado y los riñones. El periodo de incubación es de 4 a 7 días.

Síntomas: fiebre, depresión, pérdida de apetito, tos y abdomen sensible. Los casos graves desarrollan trastornos hemorrágicos que pueden provocar la formación de hematomas en la boca.

2. Leptospirosis: enfermedad infecciosa que se transmite a los perros a través del contacto con la orina de otros animales infectados con leptospirosis. Los portadores de la leptospirosis pueden ser roedores, mofetas, mapaches y otros animales infectados, tanto perros como personas.

Síntomas: pérdida de peso, fiebre, pérdida de apetito, náuseas, vómitos, dolor muscular o articular, orina con sangre y uveítis (cambios en el ojo).

3. Hepatitis idiopática: no es una enfermedad única, sino un grupo de enfermedades hepáticas que causan cirrosis. La hepatitis crónica idiopática es un trastorno autoinmune. No hay una causa conocida, pero el sistema inmunitario del perro produce anticuerpos que atacan al hígado, que se inflama y conduce progresivamente a la insuficiencia hepática.

Síntomas: anorexia, depresión, debilidad. Los casos más graves pueden incluir lesiones.

Diagnóstico de la enfermedad hepática

La enfermedad hepática se diagnostica mediante diversos análisis de sangre y orina, radiografías abdominales (rayos X) y ecografías abdominales. En algunos casos se necesita una biopsia del hígado para determinar la causa de la enfermedad hepática.

1. Análisis de sangre: mostrarán niveles elevados de varias enzimas. Además, se observarán niveles elevados de bilirrubina, un pigmento amarillo anaranjado que se forma en el hígado por la descomposición de la hemoglobina y que luego se excreta en la bilis. Una prueba de ácidos biliares aparecerá frecuentemente elevada, así como el nivel de amoníaco en sangre.

2. Radiografía (rayos X) – mostrará si el hígado está agrandado. La pérdida de peso también puede ser más evidente en la radiografía, aunque las reservas de grasa abdominal puedan parecer normales.

3. Ecografía – revela cualquier cambio en la anatomía interna del hígado, incluyendo crecimientos anormales, si los hay. Esta prueba también ayuda a revelar cualquier inflamación del páncreas, que podría ser una causa subyacente de la enfermedad o el malestar hepático.

4. Cirugía exploratoria: suele realizarse cuando aparecen síntomas extremos o el diagnóstico mediante alguna de las pruebas anteriores no es concluyente. Esto permite realizar una biopsia del hígado, así como visualizar los órganos abdominales circundantes en busca de cualquier trastorno que pueda estar contribuyendo a la enfermedad hepática.

Tratamiento

Los cuidados de apoyo son cruciales, e incluso pueden requerir la hospitalización temporal hasta que se hayan administrado todos los medicamentos primarios, y los parámetros sanguíneos vuelvan al rango normal o muestren una mejora significativa continua. La corrección de cualquier deshidratación desarrollada, como resultado de la falta de apetito, se llevará a cabo por vía intravenosa (IV), junto con la suplementación de vitaminas del complejo B para corregir cualquier deficiencia nutricional causada por la enfermedad.

Al igual que con muchos trastornos médicos, la terapia dietética es importante en el tratamiento de un perro con enfermedad hepática. Se recomiendan carbohidratos de alta calidad y altamente digeribles para suministrar energía a su perro. Los tipos inferiores de carbohidratos que no se digieren son fermentados por las bacterias intestinales, que aumentan las bacterias en el colon. Estas bacterias descomponen las proteínas de la dieta y producen amoníaco adicional, que es absorbido por el organismo y contribuye a la toxicidad en los perros con enfermedades hepáticas. Se recomiendan comidas frecuentes de carbohidratos simples de alta calidad, como el arroz blanco y las patatas. Las verduras actúan como fuente de hidratos de carbono complejos y aportan fibra. La fibra ayuda a aglutinar las toxinas intestinales y favorece los movimientos intestinales para eliminar estas toxinas del organismo.

Su veterinario programará visitas periódicas durante el tratamiento para controlar la mejora de su perro, así como cualquier síntoma nuevo o recurrente que pueda haber aparecido. Es muy importante que no se salte ninguna cita con su veterinario ni deje de seguir el régimen prescrito. Puede provocar una recaída de su perro, causando más daños y consecuencias más graves.

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