Cuesta dinero desplazarse. Cuando te subes al transporte público, alquilas una moto o pides un aventón, por lo general sabes el costo del viaje por adelantado, antes de comenzarlo. Sin embargo, es un poco más complicado calcular el coste real de conducir tu propio coche. Echemos un vistazo a estos costes…
- Están los costes obvios, como el pago mensual del coche, la gasolina y el aparcamiento en el origen y/o el destino. A esto hay que añadir los costes menos obvios de «pagar y olvidarse» que surgen con regularidad o semirregularidad, como la matriculación, las tasas, los impuestos y el seguro, así como el mantenimiento y las reparaciones.
- Luego están los costes que son más difíciles de cuantificar, como el tiempo dedicado a buscar aparcamiento si no tienes una plaza designada, o la incomodidad de tener que aparcar lejos de tu destino. El tráfico nunca es una forma divertida de pasar el tiempo, pero al menos en otros modos como el transporte público o los viajes compartidos, puedes leer, echar una siesta o simplemente relajarte.
- Y por último, está la depreciación del coche. Aunque no es un coste directo, la depreciación es, en última instancia, una pérdida que se acumula a lo largo de la vida útil del coche.
Tener un coche siempre a tu disposición puede ser conveniente pero, para algo que se queda parado (aparcado) una media del 95% del tiempo, 1 puede tener un alto precio de «coste por viaje». Si elige una alternativa a la propiedad del coche, puede ahorrar dinero y reducir el impacto ambiental.
1 Shoup, D. (2005). El alto coste del aparcamiento gratuito.