GoodTherapy

Ene 9, 2022
  • 22 de mayo de 2018
  • Por Carolynn Aristone, MSW, LCSW, experta en temas de GoodTherapy.org

Parece que tenemos una relación de amor-odio con la intimidad. Decimos que queremos una conexión íntima, pero creamos bloqueos para recibirla. Luchamos por compartir las partes más profundas de nosotros mismos a pesar de querer que nuestra pareja nos vea, nos escuche y nos conozca.

La calidad de nuestra intimidad puede reflejar los problemas de la relación, pero a menudo refleja nuestro conflicto con la propia intimidad. ¿Cómo conciliamos el deseo de intimidad con el temor a ella?

Primero, entendamos mejor la intimidad. Los momentos íntimos ocurren cuando compartimos nuestro ser más íntimo -pensamientos, sentimientos, deseos, anhelos, heridas, sueños, defectos y más- con otra persona. La palabra intimidad se ha pronunciado a menudo como «dentro de mí, ya ves».

En su libro Passionate Marriage (Matrimonio apasionado), el doctor David Schnarch reconoce que nuestra búsqueda definitiva de la intimidad es la búsqueda del amor y que no podemos ser plenamente amados hasta que nos conozcan plenamente. Para ser plenamente conocidos es necesario que no sólo compartamos nuestras similitudes con nuestra pareja, sino también nuestras diferencias.

Entonces, basándonos en esto, la intimidad se ve así: Para poder intimar contigo, tengo que estar dispuesto a dejar que me conozcas plenamente. Si dejo que me conozcas plenamente, me arriesgo a perderte. Me arriesgo a que me rechaces. Me arriesgo a que me abandones. Me arriesgo a que me asfixies. Me arriesgo a que me envuelvas. Me arriesgo a que sepas demasiado de mí. Me arriesgo.

Entonces tenemos la teoría triangular del amor de Robert Sternberg, que nos dice que la pasión, la intimidad y el compromiso hacen las relaciones amorosas. Sternberg afirma además que la intimidad ayuda a las parejas a establecer una sensación de seguridad.

¿Cómo puede aportar seguridad algo que da tanto miedo y es tan arriesgado? Esta es la paradoja de la conexión íntima. Aunque parece arriesgado, a menudo acerca a las parejas. Ayuda a las parejas a establecer una conexión, una plenitud y un significado.

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En su libro Couples in Treatment, Gerald R. Weeks y Stephen T. Fife señalan cuatro temores principales que acompañan a la intimidad. Estos incluyen:

  • Pérdida del yo (dependencia): ¿Teme que si se revela por completo, habrá renunciado de alguna manera a partes de sí mismo que quería mantener en privado? ¿O que si compartes demasiado, de alguna manera te quedas sin límites? Aunque pueda parecer que la revelación total no deja ningún límite, es a través del proceso de revelar las diferencias que los límites se vuelven más claros. La revelación puede marcar dónde termina su pareja y dónde comienza usted.
  • Pérdida del otro (abandono): Esta pérdida es la más comúnmente reportada. Si compartes demasiado o difieres demasiado, tu pareja puede desaprobarte, rechazarte o abandonarte. El rechazo puede ser una de las experiencias humanas más dolorosas.
  • Miedo a las emociones (ira y tristeza): La ira y la tristeza provocan un extraordinario malestar. Su expresión de ira y/o tristeza puede crear conflictos con su pareja. Si sueles evitar los conflictos, puedes tender a ignorar estos sentimientos y esconderlos bajo la alfombra.
  • Miedo a la exposición: Los momentos íntimos pueden hacerte sentir «desnudo». Nuestro mayor temor radica en mostrarnos plenamente y no ser amados por lo que somos.

Entonces, ¿cómo desarrollar una rica vida íntima cuando la intimidad se siente tan aterradora?

Paso 1: Entender la paradoja

Puede que optes por no «agitar el barco», no «erizar las plumas» o simplemente no revelar todo de ti. Es posible que evite, retenga y ahorre a su pareja sus verdaderos pensamientos y sentimientos. Puede parecer contraproducente hacer lo contrario. Pero las investigaciones demuestran que las relaciones íntimas más sólidas implican altos niveles de vulnerabilidad. Entienda que la intimidad es paradójica. Lo que da miedo tiene el mayor potencial para acercarte.

Paso 2: Practica el valor

Las grandes relaciones requieren que practiques una intimidad valiente. Dado que la vulnerabilidad se siente incómoda y da miedo, debes ejercitar el coraje. Utilice su valentía para impulsarse en conversaciones y/o acciones que, de otro modo, podría descartar o retener.

Paso 3: Suelte el resultado

La intimidad requiere que suelte el control. Quieres que te amen, pero no puedes controlar si alguien te ama. Sólo puedes controlarte a ti. Sólo puedes ser tú. Déjate llevar. Este puede ser el mejor regalo que puedes hacer a tu pareja y, lo que es más importante, a ti mismo.

La intimidad puede sentirse como una experiencia espiritual, que se adentra en un complejo tapiz de nuestra existencia humana. Puede incluir momentos extraordinarios de conexión profunda junto con experiencias de pérdida profunda y dolorosa. La intimidad es el aliento y la vida de toda relación sana. Se convierte en el terreno fértil para que florezca el verdadero amor.

Para aprender a construir la intimidad en su relación, póngase en contacto con un terapeuta autorizado.

  1. Schnarch, D. (2009). Matrimonio apasionado: Mantener vivo el amor y la intimidad en las relaciones comprometidas. Nueva York, NY: W.W, Norton & Company, Inc.
  2. Weeks, G.R., & Fife, S.T. (2014). Parejas en tratamiento: Técnicas y enfoques para una práctica eficaz. Nueva York, NY: Routledge.

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