Por Leo Babauta
No hay una persona entre nosotros que no tenga inseguridades -algunos simplemente son mejores para lidiar con ellas, o quizás para ocultarlas.
Nos preocupa lo que los demás piensen de nosotros, nos preocupa si somos lo suficientemente guapos, nos preocupa no estar haciendo todo lo que deberíamos, nos preocupa fracasar, nos preocupa que la gente descubra que somos un fraude. Nos preocupa que estemos demasiado gordos, nos preocupa si le gustamos a ella, nos preocupa si le gusta esa otra chica, nos preocupa que no seamos lo suficientemente buenos.
Y las redes sociales, con su cultura de hacernos desear la aprobación con likes y retweets, con su exhibición de cuerpos asombrosos y viajes y comidas increíbles… sólo exacerban el problema. Pero todo esto ya lo sabes.
La pregunta es: ¿cómo superamos estas inseguridades?
¿Cómo nos sentimos bien con nosotros mismos? ¿Cómo aprendemos a encontrar la satisfacción y la paz?
La respuesta no es sencilla, pero requiere una cosa para empezar: la voluntad de afrontar lo que normalmente no queremos afrontar.
Eso significa un poco de valor. Sólo en pequeñas dosis, para empezar, pero significa la voluntad de dejar de lado todas las distracciones por un rato, y sólo centrarse en lo que estás luchando.
¿Tienes ese valor? Si es así, empecemos.
Los obstáculos
¿Qué se interpone en nuestro camino para afrontar las inseguridades? Hay obstáculos que ensucian el camino. Hay viejas heridas que nunca han sanado.
Algunos de los obstáculos que se interponen en el camino:
- Críticas del pasado. Si uno de nuestros padres u otros familiares nos criticaron mientras crecíamos, o si nos hicieron bullying, probablemente lo hemos interiorizado. Tengo la suerte de que mi madre siempre pareció aceptarme tal y como era, pero mi padre no. Él tenía sus propias inseguridades, pero éstas se manifestaban como críticas hacia mí. Esas críticas permanecen en mi cabeza, pero se han calmado en los últimos años gracias al trabajo que he realizado (más adelante). Aun así, es posible que nunca desaparezcan del todo.
- Una imagen negativa de uno mismo. Cuando la gente te critica a lo largo de los años, empiezas a criticarte a ti mismo. Y todas estas críticas, junto con las comparaciones desfavorables de ti mismo con los demás, dan como resultado una imagen de ti mismo que no es tan buena. No importa si la realidad no se ajusta a esta autoimagen… podemos ser competentes, brillantes y hermosos, pero si tenemos una imagen de nosotros mismos que es fea, tonta y un fracaso, actuaremos de acuerdo con esa imagen.
- Necesidad de aprobación. Cuando alguien nos da su aprobación, ¡es genial! Sentimos que somos dignos y hermosos. Pero el problema es que necesitamos más aprobación para mantener esta imagen de nosotros mismos, y tememos no obtener la aprobación porque entonces esta gran imagen de nosotros mismos desaparecerá. Nos quedamos atrapados en un ciclo de necesidad de aprobación constante y de miedo a la desaprobación. Leemos en todo lo que todo el mundo dice y hace, en la vida real y en las redes sociales, en términos de aprobación o desaprobación. Esto se convierte en un ciclo temeroso de necesidad.
- Falta de confianza. Aprendemos a no confiar en que los demás se queden con nosotros, que nos acepten, que vean nuestra versión de las cosas como comprensible. Esto se entrena en nosotros a lo largo de los años, ya que la gente hace cosas que consideramos como abandono o rechazo. Dejamos de confiar en el momento para salir bien.
- Imágenes en las redes sociales & los medios de comunicación. Nos comparamos con la gente sexy que vemos en Instagram o en otras redes sociales. Nos comparamos con la gente sexy de las películas, la televisión, las revistas. Estas imágenes pretenden vendernos, pero la forma en que nos venden es haciéndonos sentir inseguros de nosotros mismos, y luego necesitando lo que sea que los famosos nos están vendiendo para que seamos tan buenos como ellos.
- No aceptar cosas de nosotros mismos. Al final, el resultado es que rechazamos grandes partes de nosotros mismos. No nos gusta que tengamos sobrepeso, o que tengamos granos, o algo de nuestro cuerpo. Es sorprendente, porque incluso las personas que crees que tienen cuerpos increíbles, ¡rechazan cosas de su cuerpo! También rechazamos partes de nuestro interior, las partes que son indisciplinadas o descuidadas o temerosas o perezosas. Rechazamos las partes de nosotros mismos que son inseguras.
¡Estos son muchos obstáculos a los que enfrentarse! Y eso pone de manifiesto por qué se necesita valor, y por qué la solución no es sencilla.
Pero hay un camino a seguir.
El camino para lidiar con la inseguridad
Este es el secreto: los obstáculos en realidad nos muestran el camino. Los obstáculos son el camino.
Podemos abrazar estos obstáculos y trabajar con ellos. Para ello, tenemos que empezar a desarrollar una conciencia de cuándo surgen nuestras inseguridades. Podemos utilizarlas como una campana de mindfulness, que suena cuando nos sentimos perturbados por los miedos y la desconfianza, diciéndonos: «¡Eh! Aquí hay muy buen material para trabajar»
Y esa es la clave: Todas nuestras inseguridades son en realidad una oportunidad para hacer un buen trabajo, para aprender sobre cómo funcionamos, para desarrollar habilidades que nos ayudarán para toda la vida.
Así que empieza a prestar atención, y date cuenta de cuándo te estás dejando llevar por la inseguridad. Y luego haz el siguiente trabajo:
- Perdona el pasado. Si tus inseguridades han sido moldeadas por un familiar o una figura de autoridad que te critica, reconócelo. Entonces empieza a perdonarlos. Comprende que fueron impulsados por sus propias inseguridades, luchando con sus propios demonios. Se comportan de forma imperfecta, pero todos lo hacemos. No tenían razón en lo que hacían, pero aun así puedes entenderlo. Y perdónales por su mal comportamiento, porque aferrarte al resentimiento no te ayuda. Deja que el pasado se vaya, un paso a la vez.
- Acéptate a ti mismo. Haz una pausa y haz una autoevaluación. Fíjate en las partes de ti, tanto de tu cuerpo como de tu interior, que no te gustan. Echa un vistazo a estas partes de ti, y mira si puedes enviarles amor. Míralas como las partes imperfectas de ti que son, merecedoras de amor como un amigo que es imperfecto también merece amor. Piensa en cómo tratarías a este amigo imperfecto, y sé del mismo modo contigo mismo. Date seguridad, date compasión. Abraza todas tus partes, las partes nobles y todo, y ve la belleza en ellas. Son las que te hacen ser quien eres, y son maravillosas.
- Practica la autoaprobación. Si te das cuenta de que quieres la aprobación de otra persona, sus elogios y su atención, sus «me gusta» y sus «retweets»… haz una pausa y, en su lugar, sustituye eso por la autoaprobación. Puedes quitarle a los demás el poder de aprobarte si te apropias de ese poder para ti. No necesitas la aprobación de nadie más que la tuya propia. Eso no significa que no quieras conexión con los demás, o amor, pero puedes amar a los demás y ser amado por ellos mientras también te auto-apruebas. Acéptate a ti mismo, completamente, ámate a ti mismo. Y eso es todo lo que necesitas.
- Abraza la no comparación. La comparación de ti mismo con el aspecto de los demás, con lo que hacen, con dónde viajan, con lo bien que se lo pasan… nunca es una comparación útil, y te perjudica activamente. En cambio, cuando veas a otra persona, en lugar de compararte con ella, mírala como una manzana frente a tus naranjas. Alégrate de que se diviertan, alégrate de sus éxitos. Están en un camino completamente diferente al tuyo, y pueden ser felices y pasarlo bien y tú también puedes, en tu propio camino. Desea lo mejor a todo el mundo, pero considera que su genialidad es diferente a la tuya.
- Desarrolla la confianza en el momento. A través de todas estas prácticas, empieza a desarrollar una confianza en ti mismo de que estarás bien. Desarrolla una confianza en el momento que se desarrollará y todo estará bien. Esto se desarrolla con el tiempo, haciendo pequeñas predicciones sobre el momento («Este momento saldrá bien») y luego viendo si la predicción se hace realidad.
Este es el camino. Encuentra las cosas con las que estás luchando y aprende a trabajar con ellas. Aprende a cambiar tu perspectiva. Aprende a ver lo que te hace tropezar y conviértelo en una oportunidad para practicar nuevas habilidades.
Este es un buen camino. Me ha ayudado a aceptarme más a mí mismo y a confiar más en mí. Y, a su vez, me ha ayudado a quererme más a mí misma y a los demás, momento a momento.