El imperialismo se refiere a la política de utilizar la influencia y el poder de un país para adquirir colonias fuera de sus propias fronteras. Esto puede hacerse mediante la manipulación política o por medios militares. El imperialismo conduce a la explotación de la colonia para el mejoramiento de la potencia imperial. Los motivos típicos de las potencias imperiales pueden ser económicos, militares, religiosos o etnocéntricos. A veces implica el asentamiento de un gran número de colonizadores en la tierra colonizada.

El Nuevo Imperialismo se refiere a la ola de expansión colonial que comenzó a finales del siglo XIX y continuó hasta la Primera Guerra Mundial. La competencia por los territorios de ultramar era feroz. Los nuevos buques marítimos, la rapidez de las comunicaciones y la mejora de las tecnologías de fabricación hicieron que el mundo estuviera más interconectado que nunca. Para las grandes potencias era importante hacerse con más territorio antes que sus rivales. La Conferencia de Berlín de 1884-1885 puso en marcha este periodo de imperialismo al establecer prácticas imperialistas comunes entre las potencias europeas y repartir literalmente el mapa del mundo entre ellas. A finales del siglo XIX, casi todo el continente africano estaba colonizado por las potencias europeas, y gran parte de Asia también. El periodo del Nuevo Imperialismo terminó con la Primera Guerra Mundial y la reestructuración de varias naciones europeas. Al final de la Segunda Guerra Mundial, la mayoría de las colonias habían logrado la independencia y la era del imperialismo había terminado.