Sobre el insomnio en niños y adolescentes

El insomnio es un problema de sueño. Si su hijo tiene insomnio, significa que tiene problemas para conciliar el sueño o permanecer dormido por la noche, o que puede despertarse demasiado pronto.

El insomnio de corta duración dura sólo unos días o semanas. También se denomina insomnio agudo.

El insomnio de larga duración es cuando su hijo tiene problemas para dormir al menos tres veces por semana, y este problema dura un mes o más. También se denomina insomnio persistente o crónico.

La cantidad de horas de sueño que su hijo necesita para estar en condiciones óptimas de jugar, aprender y concentrarse durante el día depende de su edad.

Signos y síntomas de insomnio

Un cambio en el comportamiento de su hijo a la hora de dormir -como acostarse más tarde de lo que le gustaría- no es necesariamente un problema de sueño. Pero su hijo podría tener insomnio si:

  • Le falta energía o se siente constantemente cansado
  • Inventa excusas para no irse a la cama
  • Tarda mucho en dormirse
  • Se levanta continuamente de la cama y pide cosas
  • Se despierta a lo largo de la noche y no puede volver a dormir
  • le cuesta despertarse o se niega a salir de la cama por la mañana
  • se duerme durante largos periodos de tiempo durante el día o se queda dormido en la escuela
  • le cuesta concentrarse o recordar información
  • duerme a diferentes horas de un día a otro.

Durante la adolescencia, su hijo empieza a liberar melatonina más tarde por la noche que en la infancia. Esto afecta a su ritmo circadiano y hace que quiera acostarse más tarde por la noche – a menudo alrededor de las 11 pm o más tarde – y luego levantarse más tarde por la mañana.

Causas del insomnio

El insomnio tiene muchas causas diferentes. Entre ellas se encuentran:

  • asociación con el sueño – por ejemplo, cuando un niño no puede dormirse sin un biberón de leche o sin estar con uno de sus padres
  • comportamiento a la hora de dormir – por ejemplo, demasiado tiempo frente a una pantalla, particularmente en el dormitorio, o no tener suficiente tiempo en la rutina de la hora de dormir para realizar actividades tranquilas y silenciosas
  • cuestiones emocionales – por ejemplo, el estrés, la ansiedad infantil o la depresión infantil, y la ansiedad adolescente o la depresión adolescente
  • factores ambientales – por ejemplo, un entorno de sueño caluroso o ruidoso
  • afecciones médicas – por ejemplo, asma, apnea del sueño o síndrome de las piernas inquietas
  • enfermedades que dificultan el sueño – por ejemplo, resfriados o infecciones de oído
  • medicamentos – por ejemplo, algunos fármacos utilizados para tratar el trastorno por déficit de atención e hiperactividad o los antidepresivos
  • cafeína – por ejemplo, bebidas energéticas, café, chocolate o cola.

¿Su hijo necesita ir al médico por el insomnio?

Es una buena idea hablar con su médico de cabecera si le preocupa que los problemas de sueño estén afectando al bienestar de su hijo, a su trabajo escolar o a sus relaciones.

También hable con el médico de cabecera si los problemas hacen que su hijo esté ansioso, o si duran más de 2-4 semanas.

Su médico de cabecera podría remitirle a un pediatra, un psicólogo u otro profesional de la salud con experiencia en la identificación y el tratamiento de los problemas de sueño persistentes en los niños.

Diagnosticar el insomnio

Su médico suele realizar la historia clínica de su hijo, así como un examen físico para comprobar si hay algún signo de problema médico. Esto puede incluir a veces un análisis de sangre.

El médico también hará un historial detallado de los patrones de sueño de su hijo.

A veces, si las causas del insomnio de su hijo no están claras, su hijo puede ser monitorizado durante la noche en un centro de sueño.

Antes de llevar a su hijo a ver al médico de cabecera por el insomnio, puede ser útil hacer un seguimiento del sueño de su hijo en un registro o diario. Puede hacerlo durante unas semanas antes de acudir al médico de cabecera.

Tratamiento del insomnio

El tratamiento del insomnio depende de la causa del insomnio de su hijo. Su médico trabajará con usted y su hijo para encontrar la mejor manera de ayudarle a dormir mejor. Los tratamientos para el insomnio pueden incluir cualquiera de los siguientes.

Hábitos de sueño
A veces el tratamiento para el insomnio puede consistir simplemente en cambiar los hábitos de sueño de su hijo. Esto puede incluir:

  • Evitar las siestas diurnas
  • Retirar los relojes del dormitorio
  • Tener una rutina tranquila y relajante a la hora de acostarse y un entorno de sueño.

Hábitos diurnos
Los hábitos diurnos de su hijo pueden influir en lo bien que duerme. Asegúrese de que su hijo realiza alguna actividad física y recibe mucha luz natural durante el día. La regularidad en las comidas también puede contribuir a mejorar los hábitos de sueño.

Tratamiento médico
Si la causa del insomnio de su hijo es una afección médica o un trastorno del sueño, es posible que necesite algún tipo de tratamiento médico.

Por ejemplo, si su hijo padece apnea obstructiva del sueño causada por el aumento de tamaño de las adenoides, es posible que necesite una operación para extirparlas. Así mejorará su respiración durante el sueño y dejará de despertarse con tanta frecuencia.

Terapia conductual
Si los pensamientos negativos y las preocupaciones dificultan el sueño de tu hijo, podría beneficiarse de la terapia cognitiva conductual. Esta terapia puede ayudar a su hijo a afrontar los pensamientos negativos y las preocupaciones para que esté lo suficientemente relajado como para dormirse.

Medicación
Los medicamentos para dormir rara vez se utilizan para ayudar a los niños a dormir porque pueden tener efectos secundarios. Incluso los medicamentos a base de hierbas o «naturales» pueden tener efectos secundarios.

En algunos casos extremos, la medicación para dormir podría utilizarse durante un corto período de tiempo. Por ejemplo, un médico puede recetar melatonina. Los niños no deben tomar melatonina sin consejo y supervisión médica.

Sólo debe dar a su hijo medicamentos para dormir si su médico se lo aconseja, y sólo si su médico está supervisando el tratamiento de su hijo. Nunca dé a su hijo más de la dosis recomendada de ningún medicamento.

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