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Los problemas de comunicación siempre se han considerado una característica esencial del autismo. Sin embargo, existen diferencias sustanciales y de gran alcance en la forma de comunicarse de las personas con autismo. Esto refleja no sólo la variabilidad inherente a la enfermedad, sino también la complejidad de la comunicación en sí misma, que abarca las palabras que usamos, el orden en que las usamos, el contacto visual, las expresiones faciales, los gestos y otras señales no verbales.
Los retos en cualquiera de estas áreas pueden contribuir a las dificultades sociales que experimentan los individuos del espectro.
¿Qué es la comunicación social?
La comunicación social puede parecer un término redundante. La comunicación es intrínsecamente social: requiere la capacidad de compartir -de manera apropiada- lo que se siente o se quiere decir, y también de entender y responder a lo que otros sienten o dicen. En las personas neurotípicas, los trastornos de la comunicación pueden incluir problemas con el lenguaje, pero no con la interacción social. Sin embargo, las personas con autismo tienen dificultades especiales para comunicarse en contextos sociales. Los expertos utilizan la expresión «comunicación social» para enfatizar este hecho.
¿Cuándo se reconocieron por primera vez las dificultades de comunicación social como parte del autismo?
Cuando Leo Kanner escribió su primer artículo sobre el autismo en 1943, sus descripciones de los niños que había observado incluían muchos problemas de comunicación social. Observó, por ejemplo, la incapacidad de establecer contacto visual o de responder a preguntas, y una tendencia a la conversación obsesiva. Desde entonces, las deficiencias en el lenguaje y la comunicación han formado parte del concepto de autismo, pero no siempre han sido un criterio independiente para el diagnóstico.
A medida que los investigadores han ido aprendiendo más sobre cómo se desarrolla el lenguaje en las personas con autismo, las perspectivas han cambiado, en más de una ocasión, sobre cómo y si hay que considerar el lenguaje y la interacción social como problemas separados o conjuntos. Durante muchas décadas, la atención se centró en los individuos con autismo grave, que pueden tener pocas palabras, rara vez inician interacciones y apenas responden. En consecuencia, el diagnóstico de autismo exigía un marcado deterioro de las capacidades conversacionales. Pero los clínicos empezaron a reconocer que las personas con autismo pueden tener grandes habilidades verbales. Al principio, esas personas tampoco parecían tener problemas de comunicación social, pero la última década ha demostrado que a menudo se les considera «torpes» en su forma de comunicarse y cometen más errores de lenguaje que sus compañeros típicos. Las ideas más recientes reconocen que el lenguaje es una parte integral de la comunicación social, y que la comunicación social en su conjunto es un problema persistente para muchas personas con autismo.
¿Qué tipo de problemas con la comunicación social son los más comunes en las personas con autismo?
Se ha demostrado que los individuos del espectro tienen problemas con una serie de habilidades verbales y no verbales, incluyendo la gramática, el uso correcto de los pronombres y la respuesta cuando se les habla. Las diferencias en algunos aspectos no verbales de la comunicación, como las expresiones faciales y el ritmo del habla, pueden explicar lo que otros perciben como «torpeza» en las personas con autismo.
Como ocurre con muchos rasgos del autismo, hay una enorme variabilidad de una persona a otra. Sin embargo, destacan los problemas con dos aspectos de la comunicación: la pragmática y la prosodia.
¿Qué son la pragmática y la prosodia?
La pragmática es el uso apropiado del lenguaje en situaciones sociales. Los ejemplos incluyen ser capaz de mantenerse en el tema y tomar turnos en una conversación, hacer preguntas apropiadas y utilizar un tono de voz adecuado para el entorno (por ejemplo, una voz más tranquila en un aula frente a un patio de recreo). Muchas terapias de autismo incorporan un entrenamiento explícito de estas habilidades.
La prosodia es el ritmo del habla y abarca aspectos de la comunicación verbal y no verbal. La prosodia, que se transmite en las palabras habladas y en las pausas intermedias, tiene múltiples funciones. Por un lado, transmite información pragmática. Un tono creciente, por ejemplo, indica una pregunta. La prosodia también comunica emociones. La pregunta «¿Qué quieres decir?» puede ser positiva, negativa o neutra dependiendo de cómo se pronuncie; la prosodia es lo que alerta al oyente de la diferencia.
Los problemas con la prosodia pueden variar. Algunos individuos hablan en un tono monótono, mientras que otros exageran los tonos altos y bajos de manera tan dramática que los oyentes encuentran su discurso poco natural.
¿Pueden existir problemas con la comunicación social fuera del autismo?
En 2013, el «Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales» (DSM-5) añadió un nuevo diagnóstico: el trastorno de comunicación social (TCS). Esta condición comparte muchos de los rasgos comunes entre las personas con autismo, como la dificultad para responder a los demás, usar gestos, mantenerse en el tema y hacer y mantener amigos. Pero los individuos diagnosticados con SCD no muestran comportamientos repetitivos ni intereses restringidos. Sin embargo, no todos los investigadores están de acuerdo en que el TDC deba ser un diagnóstico independiente: Argumentan que no hay suficiente evidencia de que el TDC sea una condición válida y confiablemente distinta, separada del autismo.
¿Hacia dónde se dirige la investigación sobre la comunicación social?
Los clínicos están trabajando para mejorar la terapia para la pragmática porque es ampliamente relevante para la mayoría de las personas en el espectro. Algunos investigadores se están centrando en identificar los problemas más sutiles de la comunicación social que hacen que las interacciones sean un reto incluso para los individuos con fuertes habilidades lingüísticas y cognitivas. Las nuevas tecnologías de análisis acústico y de captura del movimiento están permitiendo la medición detallada del tono vocal, entre otras variables, y de los minúsculos movimientos que componen las expresiones faciales.
La comunicación entre personas con y sin autismo es un problema de doble sentido. Los individuos del espectro pueden tener problemas de comunicación que resolver, pero sus compañeros típicos y sus interlocutores podrían hacer más para encontrarse con ellos a mitad de camino aceptando las diferencias en su forma de expresarse.