La reestructuración radical de la fauna terrestre de grandes mamíferos que vivía en el Ártico de Alaska se produjo entre 14.000 y 10.000 años atrás, al final de la última edad de hielo. El bisonte estepario, el caballo y el mamut lanudo se extinguieron, los alces y los humanos los invadieron, mientras que el buey almizclero y el caribú persistieron. La megafauna de la edad de hielo era más diversa en especies y posiblemente contenía 6× más animales individuales que los que viven en la región en la actualidad. La biomasa de la megafauna durante la última edad de hielo puede haber sido 30× mayor que la actual. El caballo era la especie dominante en términos de número de individuos. Los leones, los osos de cara corta, los lobos y, posiblemente, los osos pardos formaban el gremio de depredadores y carroñeros. El mamut más joven descubierto hasta ahora vivió hace unos 13.800 años, mientras que los caballos y los bisontes persistieron en la vertiente norte hasta hace al menos 12.500 años, durante el intervalo frío del Younger Dryas. Las primeras personas llegaron a la vertiente norte hace unos 13.500 años. Las mediciones de los isótopos óseos y las características de la carga de los pies sugieren que los nichos de la megafauna estaban segregados a lo largo de un gradiente de humedad, y que las especies supervivientes (bueyes almizcleros y caribúes) utilizaban las partes más cálidas y húmedas del mosaico de vegetación. Al finalizar la edad de hielo, el gradiente de humedad se desplazó y eliminó los hábitats utilizados por las especies de pastoreo de las tierras secas (bisonte, caballo, mamut). La causa próxima de este cambio fue la paludificación regional, la propagación de los horizontes orgánicos del suelo y la turba. Las extinciones de finales del Pleistoceno en la Alaska ártica representan extinciones locales, no globales, ya que las especies de megafauna perdidas allí persistieron hasta épocas posteriores en otros lugares. La caza parece poco probable como causa de estas extinciones, pero no se puede descartar que fuera el golpe final para las poblaciones de megafauna que ya estaban funcionalmente extinguidas cuando los humanos llegaron a la región.