La novela más vendida de OSCAR WILDE: EL CUADRO DE DORIAN GRIS
(Edición especial para Nook)
por OSCAR WILDE

NOOKBook
Acerca del libro
El Cuadro de Dorian Gray es la única novela publicada de Oscar Wilde, apareciendo como historia principal en la revista Lippincott’s Monthly Magazine el 20 de junio de 1890, impresa como número de julio de 1890 de esta revista. La novela habla de un joven llamado Dorian Gray, objeto de un cuadro del artista Basil Hallward. Basil queda impresionado por la belleza de Dorian y se encapricha de él, creyendo que su belleza es la responsable de una nueva moda en su arte. Dorian conoce a Lord Henry Wotton, un amigo de Basil, y queda cautivado por la visión del mundo de Lord Henry. Lord Henry propone un nuevo hedonismo y sugiere que lo único que merece la pena en la vida es la belleza y la satisfacción de los sentidos. Al darse cuenta de que un día su belleza se desvanecerá, Dorian expresa (caprichosamente) su deseo de vender su alma para asegurarse de que el retrato que Basil ha pintado envejezca en lugar de él mismo. El deseo de Dorian se cumple, sumiéndolo en actos libertinos. El retrato sirve como recordatorio del efecto que cada acto tiene sobre su alma, con cada pecado mostrado como una desfiguración de su forma, o a través de un signo de envejecimiento.
El retrato de Dorian Gray se considera una obra de ficción gótica clásica con un fuerte tema fáustico.
EXCERTO
En el centro de la habitación, sujeto a un caballete vertical, se encontraba el retrato de cuerpo entero de un joven de extraordinaria belleza personal, y frente a él, a poca distancia, estaba sentado el propio artista, Basil Hallward, cuya repentina desaparición, hace algunos años, causó, en su momento, tanta excitación pública y dio lugar a tantas extrañas conjeturas.
Mientras el pintor miraba las graciosas y hermosas formas que tan hábilmente había reflejado en su arte, una sonrisa de placer se dibujó en su rostro, y parecía estar a punto de quedarse allí. Pero de repente se levantó y, cerrando los ojos, se puso los dedos sobre los párpados, como si tratara de encerrar en su cerebro algún curioso sueño del que temiera despertar.
«Es tu mejor obra, Basil, lo mejor que has hecho nunca», dijo lánguidamente lord Henry. «Sin duda debes enviarla el año que viene a la Grosvenor. La Academia es demasiado grande y demasiado vulgar. Siempre que he ido allí, ha habido o bien tanta gente que no he podido ver los cuadros, lo cual era espantoso, o bien tantos cuadros que no he podido ver a la gente, lo cual era peor. El Grosvenor es realmente el único lugar».
«No creo que lo envíe a ningún sitio», contestó, echando la cabeza hacia atrás de esa extraña manera que solía hacer que sus amigos se rieran de él en Oxford. «No, no lo enviaré a ninguna parte»
Lord Henry levantó las cejas y lo miró con asombro a través de las finas guirnaldas azules de humo que se enroscaban en esos espirales tan fantasiosos de su pesado cigarrillo manchado de opio. «¿No enviarlo a ninguna parte? Mi querido amigo, ¿por qué? ¿Tienes alguna razón? ¡Qué tipos más raros sois los pintores! Hacéis cualquier cosa en el mundo para ganar reputación. En cuanto la tenéis, parece que queréis tirarla a la basura. Es una tontería por vuestra parte, porque sólo hay una cosa en el mundo peor que que se hable de vosotros, y es que no se hable de vosotros. Un retrato como éste te pondría muy por encima de todos los jóvenes de Inglaterra, y haría que los viejos se pusieran muy celosos, si es que los viejos son capaces de sentir alguna emoción.»
«Sé que te reirás de mí -replicó él-, pero realmente no puedo exhibirlo. He puesto demasiado de mí mismo en ello.»

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