La economía de Japón era la envidia del mundo antes de sucumbir a una de las crisis económicas más prolongadas de la historia financiera que se conocería como la Década Perdida. En la década de 1970, Japón produjo el segundo mayor producto nacional bruto (PNB) del mundo después de Estados Unidos y, a finales de la década de 1980, ocupaba el primer lugar en el PNB per cápita en todo el mundo. Pero todo eso terminó a principios de la década de 1990, cuando su economía se estancó.
¿Qué causó la década perdida de Japón?
La mayoría de las crisis económicas siguen inmediatamente a un boom económico en el que las valoraciones se desconectan de la realidad. Por ejemplo, la quiebra de las puntocom y la Gran Recesión en Estados Unidos siguieron inmediatamente a varias valoraciones récord del mercado de valores estadounidense.
De manera similar, la década perdida de Japón fue causada en gran medida por la especulación durante un ciclo de auge. Los bajos tipos de interés alimentaron la especulación bursátil e inmobiliaria que disparó las valoraciones durante la década de 1980. Las valoraciones de las propiedades y las empresas públicas se triplicaron con creces hasta el punto de que una zona de tres metros cuadrados cerca del Palacio Imperial se vendió por 600.000 dólares.
Al darse cuenta de que la burbuja era insostenible, el Banco de Japón subió los tipos de interés para intentar frenar la especulación. La medida no tardó en provocar un desplome del mercado de valores y una crisis de la deuda, ya que los prestatarios no pudieron hacer frente a los pagos de muchas deudas que estaban respaldadas por activos especulativos. Finalmente, los problemas se manifestaron en una crisis bancaria que condujo a la consolidación y a varios rescates gubernamentales.
La década perdida de Japón en detalle
Después de la conmoción económica inicial, la economía de Japón se vio abocada a su ya famosa década perdida, en la que la expansión económica se detuvo durante más de diez años. El país experimentó un bajo crecimiento y deflación durante este tiempo, mientras que los mercados bursátiles japoneses rondaban mínimos históricos. El mercado inmobiliario nunca volvió a alcanzar los niveles anteriores al boom.
El economista Paul Krugman culpa de la década perdida a los consumidores y las empresas que ahorraron demasiado y provocaron la ralentización de la economía. Otros economistas señalan como responsables del declive al envejecimiento demográfico del país o a su política monetaria, o a ambos. En particular, la lenta respuesta del Banco de Japón (BOJ) para intervenir en el mercado puede haber agravado el problema. La realidad es que muchos de estos factores pueden haber contribuido a la década perdida.
Tras la crisis, muchos ciudadanos japoneses respondieron ahorrando más y gastando menos, lo que tuvo un impacto negativo en la demanda agregada. Esto contribuyó a las presiones deflacionistas que animaron a los consumidores a atesorar más dinero, lo que dio lugar a una espiral deflacionista.
La década perdida de Japón frente a la crisis estadounidense de 2008
Muchos economistas y expertos financieros han comparado la década perdida de Japón con la situación de Estados Unidos tras la crisis bancaria de 2008. En ambos casos, la especulación alimentó burbujas inmobiliarias y bursátiles que acabaron por desplomarse y provocaron rescates gubernamentales. Ambas economías también respondieron prometiendo aumentar el gasto fiscal para combatir la deflación.
El periodo entre 2000 y 2009 en EE.UU. también ha sido llamado década perdida en ocasiones ya que dos profundas recesiones al principio y al final del periodo resultaron en una ganancia neta nula para muchos hogares. Los fuertes descensos de los valores inmobiliarios y del mercado bursátil provocaron pérdidas significativas, incluido el peor rendimiento de la historia del S&P 500 en 10 años, con una rentabilidad total del -9,1%.
A pesar de las similitudes, también hay algunas diferencias importantes entre las dos situaciones. El envejecimiento de la población japonesa contribuyó en gran medida a sus problemas, mientras que Estados Unidos mantiene una demografía relativamente positiva con muchos trabajadores jóvenes que se incorporan a la fuerza laboral. La Reserva Federal de Estados Unidos también ha sido mucho más rápida en actuar que el Banco de Japón.
Lecciones aprendidas de la década perdida de Japón
La década perdida de Japón ha proporcionado muchas lecciones económicas valiosas. Algunos economistas se oponen a cualquier tipo de intervención por parte de los bancos centrales, alegando que inevitablemente conducen al riesgo moral y a problemas a largo plazo. Sin embargo, otros sostienen que las intervenciones deben tomar al mercado por sorpresa en términos de tiempo y alcance.
Algunas lecciones clave fueron:
- Actuar con rapidez para frenar la crisis. La reticencia del Banco de Japón a actuar con rapidez provocó una crisis de confianza entre los inversores y puede haber agravado sus problemas.
- El gasto no es la respuesta. Los intentos de Japón de gastar en proyectos de obras públicas no fueron particularmente exitosos para ayudar a recuperarse más rápidamente de sus problemas económicos.
- Contrarrestar la demografía. La reticencia de Japón a aumentar sustancialmente la edad de jubilación o los impuestos sólo contribuyó a agravar sus problemas demográficos.
- No acumular deuda. Los enormes niveles de endeudamiento de Japón fueron en última instancia responsables de su crisis y de la década perdida, y el Banco de Japón se retrasó en la subida de los tipos de interés.