Sabemos que tener un exceso de grasa es malo para nosotros y puede contribuir a una serie de enfermedades, como la diabetes. Pero no toda la grasa es igual.
Mientras que ciertos tipos de células grasas pueden acumularse en nuestro cuerpo y causar problemas de salud, otros tipos han evolucionado para convertir el combustible en calor, por lo que realmente pueden quemar calorías. Investigaciones recientes demuestran incluso que tener una mayor concentración de células grasas «buenas» en nuestro cuerpo puede ayudarnos a quemar más calorías cuando nos exponemos a temperaturas frías.
Esta idea de las grasas de diferentes «colores» -marrones, blancas y beige- aparece a menudo en las dietas de moda que animan a comer alimentos especiales para perder peso sin muchas pruebas de que funcionen. Pero entender la ciencia que hay detrás de estos diferentes tipos de células grasas -y cómo transformar un tipo en otro- podría ser realmente una forma importante de mantenerse sano, e incluso de tratar enfermedades graves como la obesidad.
Células blancas, marrones y beige
Hay dos tipos principales de células grasas.
Las células grasas blancas se encuentran en los tejidos conectivos del cuerpo, normalmente debajo de la piel (grasa subcutánea) y en la cavidad abdominal (grasa visceral).
Cuando ingerimos alimentos, las células de grasa blanca convierten principalmente el exceso de energía en forma de glucosa que no necesita en gotas de lípidos, normalmente en forma de moléculas llamadas triglicéridos. Éstas producen moléculas de señalización que regulan el apetito y el equilibrio energético.
Las células de grasa marrón, en cambio, se creía tradicionalmente que sólo se encontraban en los recién nacidos y que desaparecían en la infancia. Más tarde, las investigaciones demostraron que las células de grasa parda existen en el cuerpo durante toda la vida.
Las células de grasa parda se localizan en regiones entre los omóplatos, el cuello, a lo largo de la médula espinal y por encima de la clavícula. Pero pueden surgir en otras partes del cuerpo, como alrededor de los órganos vitales, donde convierten los alimentos en calor.
Pero las investigaciones han descubierto un tercer tipo de células grasas, denominadas células grasas beige o «brite» (marrón en blanco). Estas células actúan como las células de grasa marrón, pero se encuentran en zonas similares a las células de grasa blanca.
Las células de grasa beige se derivan de la grasa blanca en un proceso llamado «pardeamiento» que se desencadena por la exposición a bajas temperaturas, normalmente 3°C por encima del punto de temperatura de escalofrío de una persona, que es de unos 11°C para las mujeres y de unos 9°C para los hombres.
También se cree que otros estímulos, como una buena nutrición y el ejercicio, favorecen el proceso de oscurecimiento.
Qué significa su aspecto
Las células de grasa blanca suelen ser células redondas de tamaño variable con una sola gota de lípidos de gran tamaño. Estas gotas pueden convertirse en ácidos grasos durante la inanición o cuando aumenta la demanda de energía. Los ácidos grasos son los componentes básicos de las grasas que se pueden absorber en la sangre.
Las células de grasa marrón son más pequeñas y tienen muchas gotas de lípidos pequeñas por célula. Las células de grasa marrón también contienen muchos orgánulos generadores de energía llamados mitocondrias. Éstas son ricas en hierro, lo que les da su color marrón cuando se exponen al oxígeno.
Las células grasas de color beige tienen características intermedias entre las blancas y las marrones. Proceden de las células madre blancas, pero funcionan como las células grasas marrones quemando energía para producir calor cuando la temperatura central del cuerpo desciende. El proceso de oscurecimiento se ve favorecido por las temperaturas frías y los sistemas nervioso e inmunitario.
Cambio de tipo de grasa
Desde hace tiempo se sabe que las células de grasa blanca pueden adquirir las características de las células de grasa marrón en determinadas condiciones, como las bajas temperaturas y ciertas proteínas. Pero los investigadores saben ahora que todos los tipos de células grasas pueden cambiar de una forma a otra en función de los factores desencadenantes a los que se exponen y de las exigencias del organismo en el que se encuentran.
Una célula grasa sólo puede cambiar de forma de dos maneras. Puede cambiar sus genes correspondientes en un proceso conocido como transdiferenciación. O bien, el cambio puede lograrse revirtiendo cualquier célula grasa madura a su forma parental común (desdiferenciación), y luego «reprogramando» sus genes (rediferenciación). Este segundo proceso puede ocurrir de forma natural, pero normalmente se consigue en entornos de laboratorio.
Las condiciones para el cambio natural también pueden acelerarse. Los suplementos nutricionales, como los flavonoides resveratrol y quercetina, que se encuentran en frutas y verduras, pueden ayudar al proceso de oscurecimiento. También se ha demostrado que el ejercicio aumenta el oscurecimiento.
También se sabe que la exposición a temperaturas ligeramente superiores al punto de escalofrío durante al menos dos horas ayuda al oscurecimiento. Sin embargo, esto debe practicarse con regularidad para ver cambios reales.
Los estudios también muestran que las células de grasa marrón están asociadas a una mejor salud. Fomentan la pérdida de peso, lo que puede reducir la obesidad y otras enfermedades relacionadas con el exceso de peso.
Las células de grasa parda también reducen el riesgo de hipotermia y pueden reducir el riesgo de diabetes al aumentar la sensibilidad a la insulina. La capacidad de provocar el pardeamiento de las células de grasa blanca y convertirlas en células de color beige conlleva, por tanto, la posibilidad de mejorar la salud.