La respuesta de los medios de comunicación, los comentaristas sociales y las feministas ha incluido apoyo y críticas. Hasta el 19 de agosto de 2014, la página de Facebook de la campaña había cosechado 21.000 «me gusta».

Las partidarias dicen que el feminismo moderno se ha desviado en algunos aspectos y citan ejemplos como el de las feministas radicales que no apoyan a las mujeres trans y dicen cosas como que «cualquiera que nazca hombre conserva los privilegios masculinos en la sociedad, incluso si decide vivir como mujer», y quejas relacionadas con que algunas feministas exageran los problemas de las mujeres mientras ignoran los de los hombres. También se citó el debate sobre el aborto y el argumento de que las mujeres han sufrido como resultado de una cultura feminista que promueve el sexo casual como algo que da poder. En un artículo de opinión para The Globe and Mail, Margaret Wente apoya a las Mujeres contra el Feminismo diciendo que cree que el feminismo moderno se ha convertido en un sistema de creencias que presenta una visión distorsionada de la realidad basada en la misandria y la cultura de la víctima, y cuestiona la existencia de la cultura de la violación.

Los críticos dicen que las jóvenes que participan en esta campaña no parecen saber lo que es el feminismo y están discutiendo contra un enemigo imaginario utilizando argumentos de hombre de paja. Un comentarista de Time escribe: «La mayoría de los mensajes incluyen alguna reiteración del malentendido central sobre el feminismo, que una creencia central del feminismo implica odiar a los hombres». Un comentarista de The Irish Independent escribió: «ser antifeminista es como estar a favor del apartheid, o ser un gran fanático de la injusticia social, pero a nadie le parecería lindo sostener un cartel que diga eso». Mientras que otros, como Mackenzie Cockerill, señalan que «una cultura global de misoginia está creciendo y floreciendo gracias a Internet y a su potencial sin precedentes para conectar a las personas y sus ideas».

Al comentar la campaña, Anette Borchorst, profesora e investigadora de sexo y género en el Departamento de Ciencias Políticas de la Universidad de Aalborg, afirmó que «siempre ha habido desacuerdos y debates dentro del feminismo y esos debates ayudan a avanzar al movimiento». Añadió que «el feminismo siempre ha generado debate entre las mujeres y es difícil imaginar una visión del mundo feminista en la que todas puedan estar de acuerdo».

La columna de septiembre de 2015 de Beulah Maud Devaney en openDemocracy compara a las Mujeres contra el Feminismo con la historia de la oposición de las mujeres al feminismo que se remonta a finales de 1700, sugiriendo que una campaña antifeminista moderna será tan ineficaz para combatir el movimiento feminista como los esfuerzos precedentes. Devaney afirma que las Mujeres contra el Feminismo representan principalmente el punto de vista de las mujeres privilegiadas que quieren mantener el statu quo y que, por lo tanto, tergiversan deliberadamente lo que representa el feminismo. Según Devaney, «a medida que el feminismo interseccional se hace más popular, es de esperar, lamentablemente, que algunas mujeres blancas, heterosexuales y cis del primer mundo vean el énfasis en su propio privilegio como un ataque». Del mismo modo, los llamamientos feministas a un estándar de belleza más inclusivo y a la apreciación de múltiples tipos de cuerpo pueden leerse como un intento de socavar la sabiduría recibida de que la «chica blanca y delgada» es la estética ideal». Devaney añade que Mujeres contra el Feminismo no ha conseguido frenar el apoyo público a la agenda feminista, que su influencia es menor y que sus argumentos son «fáciles de desestimar». Devaney concluye, sin embargo, que el antifeminismo que representa merece un examen más profundo.

En octubre de 2015, Angela Epstein mencionó el blog en un editorial en el que criticaba a las feministas por ser desagradables con las mujeres que no están de acuerdo con ellas. Epstein sostiene que las feministas han perdido su causa y están librando batallas innecesarias y exagerando cuestiones como el «techo de cristal autoimpuesto» de las mujeres. Contando su experiencia de recibir mensajes insultantes tras compartir su postura sobre el feminismo moderno con BBC News, afirma: «No espero que todas las mujeres estén de acuerdo conmigo. Pero hay muchas que sí. No hay más que ver la proliferación de páginas web como Women Against Feminism».

Trabajos recientes como el de Oana Crusmac «The Social Representation of Feminism within the on-line movement «Women Against Feminism»» argumenta que la representación social del feminismo dentro del movimiento on-line WAF no se basa en la falta de información, sino en una comprensión estereotipada del concepto. El trabajo de Crusmac también argumenta que «las contribuyentes de WAF no se califican como postfeministas» ya que «mientras que las postfeministas pueden ser fácilmente identificadas y caracterizadas por la ya famosa expresión «no soy feminista, pero…», las contribuyentes de WAF rechazan categóricamente ay parecido feminista y en su lugar prefieren ser etiquetadas como «humanistas» o «igualitarias», o ser firmes defensoras de los roles de género tradicionales». La investigación de Cursmac también revela que la representación social del feminismo en el grupo on-line WAF tiene «numerosos elementos comunes con la forma en que la segunda ola fue estereotipada por la reacción mediática de los años 80 contra el feminismo, como por ejemplo: el feminismo es una ideología que demoniza a los hombres y no desea la igualdad (que es un objetivo ya cumplido), sino un trato especial y privilegios para las mujeres, ignorando así la contribución individual en la configuración del éxito o la toma de decisiones. Además, en la misma dirección, en común con la ilustración negativa de los años 80, el feminismo es visto como una amenaza para la familia y la feminidad, y como promotor de la promiscuidad»

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