Se estudió la parálisis cerebral hemipléjica (PC) en una serie retrospectiva basada en la población de 169 casos de la región sanitaria del suroeste de Suecia que abarcaba los años de nacimiento 1969-78. El objetivo era analizar la prevalencia, la etiología y el resultado del neurodesarrollo en niños nacidos prematuros y a término, y correlacionar los períodos patogenéticos, los factores etiológicos y los parámetros clínicos con la neurorradiología. La prevalencia en las edades de 6 a 15 años fue de 0,66 por 1000. La hemiplejia adquirida postnatalmente, principalmente postinfecciosa, iatrogénica o postraumática, constituía el 11%. Entre los niños a término con hemiplejia congénita (derivada pre y perinatalmente) la etiología se consideró prenatal, principalmente lesiones cerebrales circulatorias y mal desarrollo, en el 42%, combinada pre y perinatal en el 9%, perinatal (hemorragia cerebral, hipoxia) en el 16% y no localizable en el 34%. La distribución correspondiente entre los niños prematuros fue del 29%, 47%, 25% y 6%, respectivamente. La tasa de nacimientos prematuros entre los casos congénitos fue del 24%. La asfixia al nacer demostró ser un mal indicador del periodo patológico, mientras que una cascada de complicaciones posparto sugería un daño cerebral perinatal. El seguimiento clínico de 152 niños reveló que el 50% tenía una disfunción motora leve, el 31% moderada y el 19% grave. El sentido estereognóstico estaba deteriorado en el 44% de los niños (astereognosia en el 20%). El 42% presentaba otras deficiencias (retraso mental, epilepsia, problemas de visión, audición y habla, y problemas graves de comportamiento/percepción). Los niños a término con hemiplejía congénita solían estar más afectados que los niños prematuros. La discapacidad total resultante se consideró leve en el 40%, moderada en el 44% y grave en el 16%. La prevalencia de la minusvalía total grave fue mayor entre los casos postnatales. La tomografía computarizada (TC), realizada en 109 casos congénitos, fue normal en el 26%, mostró un agrandamiento ventricular unilateral en el 36% y reveló cavidades corticales/subcorticales en el 20%. En el 18% restante, los hallazgos de la TC se clasificaron como «otros». Con la clasificación utilizada hasta ahora, las correlaciones entre los hallazgos de la TC y las etiologías fueron insatisfactorias y decepcionantes. En cambio, los hallazgos de la TC mostraron una fuerte correlación con el grado de gravedad clínica y la magnitud de la discapacidad asociada. Por regla general, una TC normal implicaba una discapacidad leve y un agrandamiento ventricular unilateral moderado, mientras que las cavidades corticales/subcorticales se asociaban con frecuencia a una discapacidad grave, incluyendo el retraso mental y la epilepsia.