Continuación
Producción de energía: En las personas con síndrome de fatiga crónica, las células del cuerpo tienen problemas para producir suficiente energía.
Anomalías cerebrales: Las anomalías se observan en las imágenes del cerebro (como la resonancia magnética o la tomografía computarizada), en los niveles de las hormonas cerebrales y en el sistema eléctrico del cerebro (ondas cerebrales). Estas anomalías pueden aparecer y desaparecer, y no son necesariamente permanentes.
Presión arterial y problemas de pulso: Al ponerse de pie, las personas pueden tener un descenso de la presión arterial y un aumento de la velocidad de los latidos del corazón. A veces las personas sienten que se desmayan o se desmayan de verdad, si la presión arterial baja demasiado.
Genes: Algunos estudios han encontrado anomalías en la estructura de ciertos genes. Otros estudios han encontrado anomalías en la forma en que algunos genes se activan y desactivan, dentro de las células. Los estudios de gemelos idénticos y no idénticos indican que algunas personas heredan una susceptibilidad genética a padecer la enfermedad.
Infecciones u otras enfermedades: El síndrome de fatiga crónica suele comenzar, aunque no siempre, con una enfermedad repentina de tipo infeccioso (fiebre, dolor de garganta, dolor muscular, malestar estomacal). La investigación ha descubierto que varios tipos diferentes de agentes infecciosos pueden desencadenar el comienzo de la enfermedad, incluyendo el virus de Epstein-Barr (una causa común de mononucleosis), la bacteria de la enfermedad de Lyme y la bacteria de la fiebre Q.
Serotonina y cortisol: Varios estudios indican que la serotonina, una importante sustancia química del cerebro, es importante en los síntomas del síndrome de fatiga crónica. Las personas que padecen la enfermedad tienen niveles bajos de cortisol, una hormona que el cuerpo libera en respuesta al estrés.