Epidemiología y transmisión
El Pediculus humanus corporis, comúnmente conocido como piojo del cuerpo humano, forma parte de una familia de 3 ectoparásitos del mismo suborden que también engloba a los piojos del pubis (Phthirus pubis) y los piojos de la cabeza (Pediculus humanus capitis). Los adultos miden aproximadamente 2 mm y tienen el mismo ciclo vital que los piojos de la cabeza (Figura 1). Aunque su estructura es similar a la de los piojos de la cabeza, los piojos del cuerpo se diferencian por su comportamiento, ya que no residen en el cuerpo de su huésped, sino que infestan la ropa del huésped, localizándose en las costuras (Figura 2), y migran al huésped para alimentarse de sangre. De hecho, basándose en este comportamiento, el análisis genético de los primeros piojos del cuerpo humano se ha utilizado para postular cuándo se utilizó la ropa por primera vez por parte de los humanos, así como para determinar los primeros patrones de migración humana.2,3
Figura 1. Piojo del cuerpo adulto (Pediculus humanus corporis).
Figura 2. Liendres de piojos del cuerpo localizadas en las costuras de la ropa.
Aunque los clínicos de los países desarrollados pueden estar menos familiarizados con los piojos del cuerpo en comparación con sus homólogos, los piojos del cuerpo siguen siendo una preocupación sanitaria mundial en las zonas empobrecidas y densamente pobladas, así como en las poblaciones sin hogar debido a la falta de higiene. La transmisión se produce con frecuencia a través del contacto físico con una persona afectada y sus objetos personales (por ejemplo, ropa de cama) mediante fómites.4,5 La infestación por piojos del cuerpo es más frecuente en personas sin hogar que duermen al aire libre o en refugios; se ha informado de que los antecedentes de piojos del pubis y la falta de baños regulares son factores de riesgo adicionales.6 Se han observado brotes a raíz de catástrofes naturales, en el marco de agitaciones políticas y en campos de refugiados, así como en personas que buscan asilo político.7 A diferencia de los piojos de la cabeza y del pubis, los piojos del cuerpo pueden servir como vectores de enfermedades infecciosas, como Rickettsia prowazekii (tifus epidémico), Borrelia recurrentis (fiebre recurrente transmitida por piojos), Bartonella quintana (fiebre de las trincheras) y Yersinia pestis (peste).5,8,9 En un estudio francés se aislaron varias especies de Acinetobacter en casi un tercio de las muestras de piojos del cuerpo recogidas.10 Además, se observó que la serología para B quintana era positiva hasta en el 30% de los casos en una población urbana de indigentes de los Estados Unidos.4
Manifestaciones clínicas
Los pacientes suelen presentar un prurito generalizado, por lo general bastante más grave que el de P humanus capitis, con lesiones concentradas en el tronco.11 Además de las excoriaciones autoinfligidas, a menudo impetiginizadas, los lugares de alimentación pueden presentarse como máculas eritematosas (Figura 3), pápulas o urticaria papular con un punctum hemorrágico central. La infestación extensa también puede manifestarse como la coloquial enfermedad del vagabundo, caracterizada por la hiperpigmentación postinflamatoria y el engrosamiento de la piel afectada. Sorprendentemente, los pacientes también pueden presentar una considerable anemia por deficiencia de hierro secundaria a la alta carga de parásitos y a la alimentación de gran volumen de sangre. Múltiples informes de casos han demostrado la morbilidad asociada.12-14 El diagnóstico diferencial de la pediculosis puede incluir la sarna, el liquen simple crónico y la dermatitis eccematosa, aunque el clínico debe considerar prudentemente si pueden estar presentes tanto la sarna como la pediculosis, ya que es posible su coexistencia.4,15
Figura 3. Pápulas eritematosas secundarias a la infestación por piojos del cuerpo.