Hemos visto magníficas imágenes de los anillos de Saturno. Pero, ¿sabías que no es el único planeta con anillos? Los cuatro planetas exteriores -Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno- tienen anillos. Pero los anillos de Urano han tenido a los científicos rascándose la cabeza durante décadas. Desde la década de 1970 se conocen 11 anillos de este tipo, y en 2005 se descubrieron dos más, lo que eleva el número a 13. En total, estos anillos impregnan las órbitas de las 27 lunas del planeta.
Todavía tenemos que averiguar muchas cosas sobre los anillos del planeta, incluyendo de qué están hechos exactamente. Los anillos de Urano contienen piezas más grandes que pelotas de golf, y no tienen polvo, a diferencia de los anillos de otros planetas exteriores. Hay restos entre los anillos, y su anchura es de entre 20 y 100 kilómetros, unas 100 veces más estrecha que la de los anillos de Saturno. También son mucho más oscuros que los anillos de los planetas exteriores, lo que dificulta su estudio con telescopios.
Urano es diferente a los demás planetas: su eje de rotación está inclinado 98º respecto al plano del sistema solar. Hasta hoy, los científicos no saben cuál es la causa de esto. Pero sus anillos podrían ofrecer alguna pista.
Como el planeta gira plano sobre su vientre, sus anillos aparecen verticales en las imágenes tomadas del planeta. Los astrónomos creen que Urano fue golpeado por un objeto dos veces más masivo que la Tierra, durante la formación del sistema solar, inclinando su eje para siempre. Esta colisión no sólo podría haber dado lugar a los anillos a partir de los restos resultantes, sino que, con el tiempo, los propios anillos podrían haber provocado una mayor inclinación de la órbita. Como los ejes de rotación del planeta y los restos de la colisión no estaban alineados, podrían haberse juntado en una feroz batalla para alcanzar el equilibrio. Esto podría explicar el porqué de la extraña inclinación del eje del planeta, y por qué todas sus lunas y anillos se encuentran en el mismo plano a su alrededor.
Los científicos apenas han empezado a arañar la superficie de los misteriosos anillos. ¿Quién sabe qué descubrimientos nos esperan?