Twitter estalló después de la final de The Biggest Loser anoche cuando el ganador del programa reveló lo que muchos consideran un marco t00 delgado.
Rachel Frederickson, de 24 años, comenzó el programa con 260 libras. Anoche pesó 105 libras, estableciendo un récord en el programa al perder el 60 por ciento de su peso corporal. Frederickson mide 1,70 metros, lo que significa que su relación altura-peso la sitúa ligeramente por debajo del umbral que los médicos considerarían «saludable» según la escala de IMC. La Organización Mundial de la Salud dicta que cualquier persona con un IMC inferior a 18,5 se considera de bajo peso, y las industrias de la moda de Israel, Madrid y Milán han prohibido que las modelos con un IMC inferior a 18,5 desfilen por las pasarelas. El IMC de Frederickson es de 18,0.
Pero incluso sin esa información, es fácil ver que Frederickson tiene un aspecto poco saludable. Los entrenadores del programa, Bob Harper y Jillian Michaels no ocultaron bien su sorpresa anoche cuando Frederickson subió al escenario. Si se ve el vídeo (abajo) o se observan las capturas de pantalla capturadas por los usuarios de Twitter, se puede ver a Harper haciendo una mueca de dolor y a Michaels pronunciando un «Oh, Dios mío». Y no en el buen sentido.
Internet tampoco recibió bien la transformación de Frederickson. Incluso mientras Frederickson miraba el holograma de su antiguo sobrepeso y decía «eres tan asquerosa», la gente en casa se retorcía en sus asientos al ver su cuerpo ahora demacrado tanto como la imagen de su yo más grande.
Brandi Koskie, una bloguera de dietas, escribió: «nos convertimos en un shock cuando millones de espectadores en casa se dieron cuenta de su frágil y esquelética estructura… nunca nadie ha tenido un aspecto tan espantosamente demacrado como Rachel esta noche». Otros estuvieron de acuerdo en que la NBC debería avergonzarse de haber presionado a una concursante para que perdiera tanto peso (y ganara 250.000 dólares) que ya no parecía atlética y saludable, sino delgada.
Incluso la ex concursante Kim Nielsen opinó:
No es la primera vez que el programa es criticado por presionar a la gente para que pierda peso por cualquier medio. La finalista de la tercera temporada de Biggest Loser, Kai Hibbard, dijo a Jezebel que el programa le provocó un trastorno alimentario. Ni la NBC ni Frederickson han respondido aún a las críticas, pero tras esta acogida parece que el programa tendrá que reestructurarse de alguna manera.
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