Una mirada más cercana a la ira

La ira, como todas las emociones, no es ni buena ni mala. Es sólo un sentimiento como todos los demás. Sin embargo, ha recibido una mala reputación. La gente se olvida de que no es la ira la que les mete en problemas, sino la forma en que uno piensa en este sentimiento y lo maneja, lo que puede convertirse en un problema.

Cuando la gente piensa en la ira, no es raro que piense en ella sólo cuando se vuelve explosiva. Sin embargo, no es raro que las personas interioricen o encubran los sentimientos de ira bajo capas de otros sentimientos como la depresión, la ansiedad, el miedo y la inquietud. Temen que si entran en contacto con su ira, perderán el control. El resultado es que acaban pareciendo en la superficie muy diferentes de lo que está ocurriendo en el fondo, A continuación se ofrecen algunas sugerencias sobre cómo tratar esos sentimientos de ira que llevan mucho tiempo cociéndose a fuego lento bajo la superficie.

Diferentes formas de tratar la ira que pueden ser útiles

  1. Comienza por tomar conciencia de cuándo, al crecer, te dieron los mensajes de que no estaba permitido sentir o expresar sentimientos de ira.
  2. Usa tu sentimiento como una llamada de atención que te está proporcionando la oportunidad de examinar lo que realmente está pasando dentro de ti.
  3. Sé consciente de que evitar el conflicto a toda costa tiene como resultado que pagues por la espalda.
  4. Saber que tanto si mantienes tu ira dentro como si la dejas salir explosivamente, ninguna de las dos cosas funciona a largo plazo. Sólo cuando reconozcas esto plenamente, podrás examinar el papel que puedas desempeñar en tu respuesta. Reconocer cómo contribuyes al conflicto puede darte la oportunidad de reaccionar de forma diferente.
  5. Saber que los sentimientos de ira no tienen por qué acabar en una respuesta de lucha/huida, sino que pueden estar en un punto intermedio.
  6. Centrarte en ser proactivo en lugar de reactivo cuando trates con los demás.
  7. Ser proactivo significa primero ser consciente de tus propios deseos y necesidades. A continuación, hay que tener el valor de expresar esas necesidades, siendo respetuoso con las necesidades y deseos de la persona con la que se está en conflicto. Por último, tienes que estar dispuesto a negociar y a llegar a un acuerdo con la otra persona que, con un poco de suerte, dé lugar a una solución equitativa.
  8. Si no se llega a una solución equitativa, tienes que asumir la responsabilidad de cuidar de ti mismo. Esto puede significar aceptar lo que es, dejar ir emocionalmente y seguir con su vida.
  9. Seguir adelante emocionalmente es importante incluso si decide permanecer en una situación o relación que le está frustrando. En última instancia, tú eres el responsable de tu felicidad. Tomar el control de tu vida, en lugar de permitir que otras cosas u otras personas te controlen, tiene como resultado que te conviertas en el dueño de tu propio destino.
  10. Sé consciente de que nuestra ira puede ser una defensa contra otros sentimientos más profundos que tal vez no estés admitiendo, ni siquiera ante ti mismo. Reconocer y admitir estos otros sentimientos puede dar lugar a que manejes tu ira de forma diferente.

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