Uber ha anunciado esta semana que está probando una función que permitirá a los conductores de algunas zonas de California fijar sus propias tarifas. No lo hace por generosidad, sino más bien para tratar de cumplir con una nueva ley.
Según el Wall Street Journal, la prueba significa que los conductores que toman tarifas en los aeropuertos de Santa Bárbara, Sacramento y Palm Springs pueden aumentar sus tarifas en un 10 por ciento en incrementos, hasta cerca de cinco veces lo que sería la tarifa habitual de Uber. Al parecer, también pueden reducir sus tarifas, por lo que conseguir un viaje se convertirá básicamente en una guerra de ofertas, ya que los pasajeros son emparejados algorítmicamente con el viaje más barato. Así que, básicamente, se está dejando que el mercado decida: ¿tarifas altas y largas esperas para los pasajeros, o tarifas bajas y más viajes?
La razón del nuevo cambio parece existir para que Uber pueda decir que está cumpliendo con la nueva ley de trabajadores por cuenta ajena de California. La AB5, que se convirtió en ley el pasado mes de septiembre, esencialmente dificulta que Uber siga clasificando a sus trabajadores como contratistas y no como empleados. Cualquier empresa que desee emplear a contratistas debe pasar primero una «prueba ABC» que demuestre que el trabajador es una entidad independiente que no está controlada por la empresa y que no realiza el trabajo principal de la misma.
Para que quede claro, si Uber clasificara a sus trabajadores como empleados, tendría que pagarles el salario mínimo y las prestaciones. Más tarde, Uber dijo en un comunicado que no tenía intención de reclasificar a sus empleados, añadiendo que los comentarios de los conductores sugieren que lo que prefieren es la «flexibilidad». Esa confianza percibida en la flexibilidad se ha convertido en el palo con el que Uber y sus empresas compatriotas están tratando de hacer retroceder la ley.
Uber, junto con Lyft y Postmates, está poniendo su apoyo detrás de una iniciativa que derogaría la AB5 mientras que también garantiza a los trabajadores el salario mínimo y algunos de los beneficios que recibirían si fueran empleados sin reclasificarlos. Si realmente quiere convencer a la gente de que no está en el negocio de emplear a los conductores, no dictar lo que pueden ganar por su trabajo sería un lugar decente para empezar.
Según WSJ, la nueva prueba se despliega en ciudades más pequeñas con la intención de desplegar en las principales ciudades más tarde si es un éxito.