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Dic 16, 2021

Cada niño es especial. No hay dos niños iguales, son individuos; emocional, física, social e intelectualmente. Son lo que muchos consideran un regalo, un milagro, una respuesta a nuestras oraciones. Y puesto que estas preciosas almas ocupan un lugar tan importante en nuestras vidas, es justo que tratemos de comprenderlas mejor para ayudarlas a convertirse en adultos completos, ingeniosos e intelectuales, capaces de valerse por sí mismos y de cuidar de los demás.

Conocer la personalidad de un niño ayuda mucho a anticipar sus reacciones y a comprender por qué actúan de determinada manera. Básicamente, conocer los rasgos de la personalidad de un niño permitirá a los padres ayudarles a dotarles de las habilidades necesarias para pasar a la edad adulta sin problemas.

Por ejemplo, no se puede esperar que un niño tímido haga inmediatamente nuevos amigos en la escuela de juegos. O esperar que un niño enérgico y peleón sea capaz de sentarse tranquilamente en un rincón a leer un libro él solo. Por eso, en Mamás hemos preparado un desglose general de los distintos tipos de rasgos de personalidad que pueden poseer los niños y las formas probadas que pueden ayudar a cultivarlos.

Empecemos con los 10 rasgos de personalidad más comunes…

20 El alhelí

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El alhelí suele ser un niño tímido e introvertido, que prefiere apoyarse en ti y mantenerse en su zona de confort. El alhelí no se acerca a los extraños al instante, prefiriendo pisar con cautela los terrenos desconocidos. No le gustan los lugares concurridos ni las actividades demasiado ruidosas o estimulantes, y prefiere un entorno más apagado y tranquilo con algunos seres queridos cerca. «¡Hola, pequeño! ¡Por fin voy a conocer a mi sobrino! Ven a darle un gran abrazo al tío Ted». El niño parece sobresaltado y rompe a llorar sin parar, digno de llenar el río Nilo. «¡Oye, mira la nueva atracción de Disneylandia! Vamos a probar la atracción Ironman». El niño retrocede y lloriquea. Si estos pocos ejemplos te suenan, querida tienes un pequeño alhelí en tus manos.

19 El pensador

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El pensador es un niño tranquilo, que piensa antes de reaccionar o responder. Los pensadores tienden a ser perspicaces y tienen su propio pensamiento lógico (todo lo lógico que puede ser para un niño). Pídale al niño que se ponga los zapatos antes de ir a jugar y las ruedas de su cerebro empezarán a girar. «¿Por qué tengo que ponerme zapatos, mamá? ¿Es para proteger mis pies de los gusanos y las piedras?». O «¿El sol es bueno para nosotros, papá? Es por eso que seguimos tumbados en el patio en los días soleados? «Por muy estupendo que sea tener un pensador, también habrá ocasiones en las que intentará corregirte de forma molesta basándose en su limitada comprensión: «No mami, no debes conducir por el carril rápido, no cuando conduces como una tortuga.»

18 El Explorador

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Los exploradores son un grupo curioso. Todo lo que les rodea les produce algún tipo de fascinación. Desde la lámpara del dormitorio hasta el pomo de la puerta o los pájaros del árbol. Querrán ver, sentir y tocar prácticamente todo lo que puedan contemplar. «Hijo, ¿qué haces?» «Oh, nada, sólo quería ver si a las hormigas les gusta comer brownies recién horneados, eso es todo» o «Cariño, ¿a dónde vas con tu mochila y tu oso de peluche?» «Voy a visitar a la abuela» – La abuela vive en otro estado. Si tienes un niño al que le encanta probar cosas nuevas y parece tener curiosidad por prácticamente todo, definitivamente tienes un pequeño explorador en la familia.

17 El cuidador

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El cuidador es un niño afectuoso, al que a menudo se le ve atendiendo a sus osos de peluche y muñecos, dándoles de comer y beber y jugando a los médicos. Suelen ser extremadamente dadivosos, no les importa compartir sus juguetes con los demás e incluso se esfuerzan por hacer felices a los demás. Ayudarán con gusto en las tareas de la casa y tratarán de aliviar tu carga. «Mamá, déjame ayudar a recoger la ropa» Intenta recoger una pila de ropa más alta que su cabeza. «Papá, déjame ayudarte a lavar el coche» Procede a empapar de agua el coche, el césped e incluso a papá.

16 El artista

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El artista estará extrañamente dotado para el dibujo, la pintura o incluso la artesanía, siendo a menudo capaz de pensar fuera de la caja. Cuando son niños, pueden ser capaces de crear cuadros que enorgullecerían a Van Gogh. Incluso pueden ser mejores en el origami y los recortes de papel que la media de los adultos, y también asombrarnos con su sentido de la moda. «¿Te ha ayudado tu profesor a dibujar este maravilloso retrato, cariño?» «No, mamá, he sido yo» o «Tía Lynn, creo que te quedaría mejor una falda azul pálido en lugar del vestido verde». Si tienes un hijo artista, prepárate para que transforme su habitación de aspecto ordinario en una llena de colores vibrantes y bocetos interesantes.

15 El intérprete

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El intérprete es generalmente un extrovertido, uno que definitivamente no es tímido para hacer amigos y ser el centro de atención. De hecho, anhelan ser el centro de atención, siendo a menudo el más ruidoso y animado de su pandilla de amigos. Póngalos en un escenario y le dejarán boquiabierto con su capacidad para llamar la atención y atraer la atención con sus actuaciones (ya sea cantando, actuando o bailando). Los artistas suelen acabar siendo actores, cantantes, presentadores de programas de entrevistas e incluso oradores motivacionales. Así que si tienes un artista en tu casa, ten por seguro que nunca habrá un día aburrido en el hogar.

14 El visionario

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El visionario es lo que muchos consideran d un niño maduro. Uno que es capaz de captar y entender su entorno y las situaciones y tienen la capacidad de adaptarse rápidamente a cualquier cosa que se les presente. Puede que les gusten o no los lugares concurridos, los cambios o incluso las caras nuevas, pero seguro que son capaces de entender la necesidad de integrarse y aceptar cualquier reto que se les presente. «Cariño, nos vamos a cambiar de colegio otra vez, ¿vale?». «Muy bien, mamá» o «Cariño, papá y mamá estarán fuera de la ciudad durante los próximos días, así que la tía Edna se quedará a dormir, ¿de acuerdo?». «La tía Edna es una mierda, pero está bien, vuelve pronto mami».

13 El niño zen

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Considérate el más afortunado de todos si tienes un niño zen. Un niño zen es aquel que es tranquilo y maduro. Seguro que de vez en cuando tendrá una o dos rabietas, pero el niño zen es la mayoría de las veces un niño optimista, que es capaz de ver el lado positivo de las cosas incluso cuando todo parece ir mal. «¡Caramba! ¿Por qué todos los aparatos eléctricos de la casa se estropean al mismo tiempo? «No te preocupes mamá, el técnico vendrá pronto» o «No, está lloviendo otra vez. Lo siento cariño, no podemos ir a nadar», «Bueno, entonces podremos ver la tele y comer galletas ¿verdad mami?». Si tienes un hijo zen, ponte rápidamente de rodillas y da gracias a tus estrellas de la suerte. El resto nos quedaremos aquí sentados refunfuñando sobre lo injusta que es la vida.

12 El niño salvaje

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Ahhh, el niño salvaje. El niño salvaje es el más difícil de manejar de todos. Dicho esto, hay muchas ventajas en tener un niño salvaje y, si se les educa bien, su pasión extrema por la vida y por vivirla al máximo cosechará sus frutos en el futuro. Seguro que desafiarán casi todas tus órdenes y amenazas, pero ¿qué gracia tiene una casa sin garabatos, pegatinas y dibujos en la pared? «Bebé, deja de saltar en la cama, te puedes caer». El niño procede a saltar por la escalera en su lugar.

11 El niño sensible

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El niño sensible lo siente todo. Puede sentir tus alegrías y tus penas y reaccionar en consecuencia. También llevan el corazón en la manga, por lo que es muy fácil saber si están contentos o tristes. Si les regañas un poco, es posible que sus caritas se llenen de lágrimas. Si se pelean con su cónyuge, es posible que intenten defenderse, pero que se sientan perdidos y heridos al mismo tiempo. Cuéntales una historia triste y puede que se sientan deprimidos durante los próximos días. Hay que tener mucho cuidado con el niño sensible, ya que tiende a reaccionar con fuerza a lo que sienten sus seres queridos.

Y aquí hay 10 maneras en que un padre puede nutrir a su hijo, dependiendo de su personalidad…

10 Preparar al tímido

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Con el alhelí, hay que tomarse las cosas con calma. Prepara a tu hijo antes de que vayáis juntos a un nuevo lugar, cógele de la mano con firmeza y dale constantemente garantías de que estás ahí con él. No esperes que pueda salir corriendo y convertirse en una mariposa social con sus amigos. En lugar de eso, deja que se calienten a su propio ritmo. Puedes animarles, pero no les presiones para que se mezclen con otros niños, ya que esto puede hacerles sentir asfixiados. Recuerda que no hay nada malo en que un niño prefiera pasar desapercibido.

9 Cultiva al pensador

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Como la mente del pensador está siempre en movimiento, anima al niño a aprender cosas nuevas. Satisfaga su necesidad de alimentarse de información, llénelo de libros y aparatos, así como de juguetes informativos. Deslúmbrale con todas las maravillas que ofrece el mundo. A los pensadores les gustan especialmente los rompecabezas, los bloques de construcción, los juguetes interactivos (como los robots de juguete y los ordenadores) y los libros. Así que no seas tacaño, llévales a la biblioteca, deja que disfruten jugando con babas y plastilina casera, permíteles realizar experimentos sencillos y prepárate para que te asombre su pensamiento innovador.

8 Proteger al explorador

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Al padre o madre cuyo hijo se muestra intrépido y seguro de sí mismo y se le ve constantemente correteando por el patio de recreo y explorando todo lo que se le pone por delante, procura tratarlos como adultos. Permíteles que ayuden en la cocina, anímales a que se bañen solos y se cepillen los dientes. Permítales ser tan independientes como sea posible y llénelos de elogios y estímulos cada vez que realicen las tareas correctamente. Intenta no controlarles demasiado ni ser demasiado protector con ellos, ya que podrían sentir que no confías en ellos. Y aunque es estupendo que intenten cuidarse solos, procura que tu casa sea a prueba de niños pequeños, por si el pequeño se hace daño accidentalmente.

7 Anima al que da

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No todos los niños están dispuestos a compartir por naturaleza. La mayoría sólo quiere proteger lo que es suyo mientras que otros buscan activamente conquistar las posesiones de sus compañeros. Así que si tu hijo es un dador, entonces definitivamente es una joya. Y esfuérzate por preservar su naturaleza dadivosa, porque una naturaleza bondadosa es algo que todos necesitamos más. Llévalo al orfanato en Navidad y haz que reparta juguetes a los menos afortunados. Anímales a ir al comedor social y, lo que es más importante, inculca en ellos el sentido del amor y la responsabilidad hacia su familia permitiéndoles que ayuden a cuidar de sus hermanos e incluso de sus juguetes. Al fin y al cabo, la caridad suele empezar en casa.

6 Abraza al artista

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¿Y qué pasa si a tu hijo le gusta tanto dibujar que hace garabatos en la pared de casa? Sí, tienes todo el derecho a disciplinarlos, pero no apagues su amor por el arte. En cambio, guíalos para que canalicen su amor por los dibujos, las pinturas y las artes en algo menos destructivo. Invierte en caballetes y papeles para dibujar, y deja que se diviertan con las manualidades. Deja que decoren el árbol de Navidad y permíteles hornear pasteles sencillos. Déjales ser pequeños, porque sólo lo son durante un tiempo. Así que no limites su creatividad y tal vez, solo tal vez, se conviertan en pintores de renombre mundial algún día.

5 Involucrar al intérprete

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Se dice que Emma Stone hizo una presentación muy apasionada a sus padres durante su infancia y los convenció de que se mudaran a Hollywood para impulsar su carrera. Más de una década después, el Sr. y la Sra. Stone tienen como hija a una actriz ganadora de un Oscar. La moraleja de la historia es que, si a su hijo le apasionan las artes escénicas, no lo detenga. Deje que se apunte a clases de interpretación, de canto o a cualquier otra clase que le apasione. Por supuesto, no hay que inscribirlos en ninguna de las clases sólo por un antojo repentino; sólo si se toman realmente en serio la actuación.

4 Maravíllate con el visionario

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Si el visionario comparte contigo sus ideas sobre el futuro, sus pensamientos sobre la escuela, el coche, el oso de peluche e incluso una opinión sobre un papel, tómate el tiempo de escuchar. Aunque lo que comparta no te parezca importante, el mero hecho de tenerte a su lado y escucharles marca toda la diferencia del mundo. Refuerza su confianza y fomenta su autoestima. Esto contribuye en gran medida a que se conviertan en adultos seguros de sí mismos que no tendrán miedo de compartir sus pensamientos en el futuro.

3 Cultiva a tu hijo zen

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Aunque el niño zen puede ser el más fácil de manejar de todos, seguirá requiriendo mucha crianza y atención. Aunque tengan un comportamiento tranquilo y fácil, no olvides prestarles atención y jugar con ellos de vez en cuando. Puede que jueguen solos, pero el tiempo de juego con ellos les permite aprender aún más a socializar con los demás. Además, acuérdate de elogiarles por hacer las cosas cuando se lo pidan y vigila que no imiten los malos comportamientos que puedan recoger de otros, ya que los niños zen tienen tendencia a seguir y hacer lo que ven sin importar si son acciones correctas o incorrectas.

2 Domar el lado salvaje

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El niño salvaje suele ser muy ruidoso y expresivo. Se estimulan con mucha facilidad, por lo que siempre hay que tener en cuenta que hay que bajar los juegos que puedan excitarlos en exceso (y no, una partida constante de ajedrez no es la solución . Queremos evitar que sean demasiado activos, no que se aburran). Como el niño salvaje puede tener más problemas de concentración, baja siempre a su nivel y míralo a los ojos antes de entablar cualquier conversación seria con él. Si le pides que realice una tarea, dale instrucciones claras pero sencillas y puede que te sorprenda lo eficiente que puede ser.

1 Ayuda para gestionar las emociones de tu hijo sensible

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El niño sensible suele considerarse el más maduro de todos, ya que suele ser capaz de empatizar con lo que sienten los demás. Dicho esto, sin embargo, no hay que esperar que sean capaces de actuar y pensar como un verdadero adulto, así que prepárate para tener crisis y muchas sesiones de llanto. No les regañes ni les castigues por llorar. Permita que expresen sus frustraciones, acérqueles un gran abrazo reconfortante y deje que se calmen antes de explicarles lo que han hecho mal. Al estar tranquilos, enviaremos un mensaje inconsciente a sus cerebros de que, aunque llorar no es necesariamente algo malo, hay otras formas de afrontar las emociones. Y a partir de ahí, poco a poco aprenderán a controlar y mantener sus emociones bajo control.

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