La leche es un líquido que normalmente se almacena en el frigorífico y que se utiliza para una gran variedad de fines culinarios y de repostería, así como una bebida en sí misma. Existen varios tipos de leche con distintos contenidos de grasa (desnatada, al 2%, entera), con distintos contenidos de agua (leche evaporada) y con azúcares añadidos (leche condensada), pero uno con el que quizá no esté tan familiarizado es la leche en polvo. La leche en polvo se elabora deshidratando la leche para eliminar toda el agua y dejar sólo los sólidos lácteos. La leche en polvo tiene una vida útil extremadamente larga y no requiere refrigeración. Hay muchos productos lácteos en polvo, como el suero de leche, pero la leche en polvo descremada suele ser la opción más común. El bajo contenido en grasa de la leche desnatada le confiere una vida útil aún más larga que la de otras leches en polvo, lo que la convierte en una opción atractiva para los supermercados y para que usted la guarde en el fondo de su despensa.
La leche en polvo puede reconstituirse con agua. El envase contiene instrucciones sobre la cantidad de agua que se debe utilizar con la leche, pero normalmente la proporción es de 1/3 de taza de leche en polvo por cada taza de agua. La leche reconstituida puede utilizarse como leche fresca en una receta. La leche en polvo también puede utilizarse como polvo, incorporada a una receta junto con los ingredientes secos. Esto puede añadir riqueza y ternura a una receta de pan o pastel sin añadir líquido adicional. Tiene el mismo efecto cuando se añade a las bebidas de café congeladas y a los batidos, añadiendo riqueza y produciendo una bebida más cremosa sin diluir la receta.