Nick Galli University of Utah

Punto principal: Los comportamientos aparentemente saludables, como el control cuidadoso de la ingesta de alimentos y el ejercicio regular, pueden ser en realidad signos de alteración de la imagen corporal, trastornos de la alimentación o un trastorno alimentario en los adolescentes.

Con el aumento del comportamiento sedentario y la obesidad en la juventud estadounidense, la mayoría de los padres se alegran cuando su hijo o hija se interesa por ser físicamente activo. De hecho, la participación regular en el deporte, la recreación o el ejercicio puede conducir a una variedad de resultados sociales, psicológicos y físicos positivos para los jóvenes. Por desgracia, las presiones de la sociedad para lograr el cuerpo «perfecto» y alcanzar un rendimiento óptimo pueden tener consecuencias poco saludables para los adolescentes. Entre estas consecuencias se encuentran las alteraciones de la imagen corporal, los desórdenes alimenticios, los trastornos de la alimentación y el abuso de sustancias. Por lo tanto, es importante ser consciente de que algunos comportamientos aparentemente saludables de su hijo adolescente físicamente activo pueden conducir a resultados perjudiciales. A continuación se presentan cinco señales de advertencia de que los esfuerzos de su hijo adolescente por ponerse en forma o mejorar su rendimiento pueden ser perjudiciales para su salud. Es importante tener en cuenta que la presencia de uno de estos signos no indica necesariamente que su hijo o hija tenga un trastorno alimentario o esté abusando de sustancias.

Preocupación por la apariencia corporal

Ciertamente, no está fuera de lo normal que los adolescentes se preocupen por su apariencia. Sin embargo, los comentarios frecuentes sobre su peso o su forma, las comparaciones con los atletas de la televisión o los modelos de las revistas de fitness y las preguntas como «¿Me veo gordo?» o «¿Me veo más grande?» pueden ser indicios de una preocupación poco saludable por el tamaño y la forma de su cuerpo. Pasar una cantidad excesiva de tiempo frente al espejo y el uso diario de la báscula para comprobar el peso corporal son otros signos de que su hijo adolescente corre el riesgo de sufrir un trastorno de la imagen corporal o de la alimentación.

Comportamientos alimentarios extraños

Los cambios extremos en el consumo de alimentos pueden indicar que su hijo adolescente está haciendo un esfuerzo por ganar o perder una cantidad de peso poco saludable. No comer, comer una cantidad excesiva, ceñirse a una dieta rígida (por ejemplo, sólo comer palitos de zanahoria y galletas saladas), o un seguimiento meticuloso de las calorías y los nutrientes pueden ser intentos de alterar drásticamente el peso y/o la composición corporal. Los adolescentes físicamente activos que se preocupan por la apariencia y el rendimiento también pueden utilizar suplementos como la creatina, las proteínas en polvo, los batidos para ganar peso o las píldoras y líquidos «quemagrasas» en un intento de ganar peso, aumentar la masa muscular o perder grasa. Los adolescentes pueden incluso optar por sustituir las comidas habituales por suplementos. Es importante entender que, aunque muchos suplementos se anuncian como saludables, se desconocen las consecuencias para la salud a largo plazo del uso de muchos suplementos dietéticos.

Cambios drásticos en la apariencia

Los cambios en el consumo de alimentos y/o el uso de suplementos y otras sustancias para mejorar el rendimiento pueden provocar cambios en la apariencia de su hijo. Los adolescentes que restringen su dieta probablemente perderán una gran cantidad de peso en un corto período de tiempo. La pérdida de cabello y la palidez de la piel pueden ser evidentes en los adolescentes que sufren trastornos alimentarios como la anorexia y la bulimia nerviosa. Por otra parte, los adolescentes que comen en exceso y/o utilizan suplementos en un intento de ganar peso, fuerza y masa muscular probablemente mostrarán aumentos drásticos de peso y masa muscular. Los chicos que recurren a los esteroides anabólicos para ganar masa muscular pueden desarrollar acné, así como tejido mamario. Las chicas que utilizan esteroides pueden desarrollar vello facial y experimentar una reducción del tamaño de los pechos.

Cambios drásticos en la personalidad

Además de los cambios en la apariencia, también pueden producirse cambios en la personalidad cuando su hijo o hija intenta ganar o perder peso. Un estado de ánimo poco característico, agravamiento o fatiga, son signos de que los cambios dietéticos de su hijo o hija están teniendo una influencia negativa en su bienestar. Los adolescentes que utilizan esteroides anabólicos para ganar masa muscular y mejorar su rendimiento pueden volverse demasiado combativos, un efecto secundario conocido como «roid rage». Además, el cese del uso de esteroides puede conducir a la depresión.

Nuevas prioridades

Una señal clave de que su adolescente tiene un interés poco saludable en el deporte o el ejercicio es cuando las personas y las actividades que antes eran muy valoradas pasan a ser secundarias frente al objetivo de mejorar la apariencia o el rendimiento. Por ejemplo, los adolescentes que desean ganar masa muscular pueden elegir sistemáticamente el entrenamiento de fuerza por encima de las reuniones sociales con amigos y familiares. Las invitaciones a salir a comer, incluso a su restaurante favorito, pueden ser rechazadas por los adolescentes que siguen una dieta estricta. El rendimiento escolar también puede verse afectado entre los adolescentes que priorizan los entrenamientos sobre los deberes o el estudio.

Conclusión

Aunque la epidemia de obesidad en los jóvenes y adolescentes pone de manifiesto la necesidad de aumentar la actividad física en esta población, las exigencias sociales del físico «ideal» y la mentalidad de «ganar a toda costa» pueden influir en que los adolescentes físicamente activos adopten creencias y comportamientos poco saludables. Se ofrecen varias señales de advertencia de que los esfuerzos de su adolescente por alcanzar los estándares sociales pueden ser perjudiciales para su salud. Los cambios extremos en el comportamiento de su adolescente, junto con la presencia de múltiples señales de advertencia, son motivo de preocupación. En este caso, debe dirigirse a su adolescente de forma no conflictiva e informarle de sus preocupaciones. Evite las amenazas y las acusaciones, y enfatice el hecho de que está preocupado por su salud. Dependiendo del resultado de esta conversación, es posible que desee consultar al médico de su adolescente, al psicólogo de la escuela o a otro profesional de la salud mental autorizado para que le aconseje cómo proceder.

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