Inspira lenta y profundamente y exhala lentamente.
Siente cómo se desvanece cualquier tensión a medida que te relajas gradualmente con cada respiración.
Inspira de nuevo lenta y profundamente y exhala.
Siéntete en un estado de profunda relajación.
Continúa respirando lenta y suavemente mientras llevas tu conciencia a la parte superior de tu cabeza.
Imagina una cálida y amorosa luz dorada extendiéndose desde la parte superior de tu cabeza hasta los dedos de tus pies.
Siente cómo tus músculos se relajan mientras la luz te envuelve y protege.
Respira profundamente unas cuantas veces más y relájate profundamente.
En este estado seguro y relajado, reflexiona sobre todas las cosas que agradeces: tus seres queridos, el aliento en tus pulmones, el sol, el aire fresco, la sabrosa cena que has tenido esa noche, un buen cumplido de un compañero de trabajo… lo que se te ocurra.
Cuando aparezca cada agradecimiento, visualícese diciendo las palabras gracias a cada uno.
Imagínese a la persona por la que está agradecido de pie frente a usted diciéndole lo agradecido que está por ella y por qué.
Intente que la imagen y el sentimiento sean lo más reales posible.
Prueba la deliciosa manzana que has comido en el almuerzo y dale las gracias.
Si te resulta difícil que se te ocurran agradecimientos, pídele a Dios, a un poder superior o a la parte más elevada de ti mismo que te los revele.
Ahora, permite que el sentimiento de profunda gratitud entre en tu cuerpo.
Nota en qué parte de tu cuerpo está el sentimiento.
Respira profundamente unas cuantas veces y permite que este sentimiento se expanda.
Disfruta de la agradable sensación que te proporciona la gratitud y siente cómo se lleva la tensión y la negatividad.
Puedes permanecer en este estado de relajación todo el tiempo que quieras.
Cuando estés preparado, termina tu meditación de gratitud con la siguiente afirmación:
Gracias por las muchas bendiciones que me han sido otorgadas. Que estas bendiciones se multipliquen a medida que continúo notando y dando gracias por ellas. Gracias universo. Amén.
Ahora, mueve los dedos de los pies y de las manos, abre los ojos y date unos momentos para adaptarte.
Lleva ese sentimiento de gratitud contigo mientras pasas el día o te vas a dormir.