Durante el último medio siglo, la terapia de conducta tradicional ha hecho un trabajo creíble para ayudar a los clientes a aliviar sus sentimientos y comportamientos disfuncionales y a mantener esta mejora. La Terapia Racional Emotiva de la Conducta (REBT), y algunas otras formas de terapia cognitiva de la conducta (CBT), se han sumado al historial de éxitos de la terapia de la conducta al incluir técnicas de reestructuración cognitiva y filosófica que pretenden ayudar a algunos clientes no sólo a sentirse mejor, sino a ser menos perturbados y menos perturbables. A diferencia de las formas más tradicionales de terapia de la conducta, la REBT y la TCC a menudo conducen a cambios de actitud profundos y más duraderos en los clientes, que incluyen la antimustia, la autoaceptación incondicional, la aceptación incondicional de los demás, la alta tolerancia a la frustración, la antiagresión y la mínima sobregeneralización. Estos cambios de actitud duraderos, y la comprensión de los procesos y mecanismos por los que se logran, pueden mejorar y ampliar los objetivos de la terapia de conducta en el próximo milenio.

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