Las mujeres embarazadas experimentan profundos cambios anatómicos y fisiológicos para poder hacer frente a las mayores exigencias físicas y metabólicas del embarazo. Los sistemas cardiovascular, respiratorio, hematológico, renal, gastrointestinal y endocrino sufren importantes alteraciones y adaptaciones fisiológicas necesarias para permitir el desarrollo del feto y para que la madre y el feto puedan sobrevivir a las exigencias del parto. Estas alteraciones en la anatomía y la fisiología pueden causar dificultades en la interpretación de los signos, los síntomas y las investigaciones bioquímicas, lo que hace que la evaluación clínica de una mujer embarazada sea inevitablemente confusa y desafiante. Comprender estos cambios es importante para todo obstetra en ejercicio, ya que las desviaciones patológicas de las alteraciones fisiológicas normales pueden no estar claras hasta que se haya producido un resultado adverso. Sólo con un buen conocimiento de los cambios fisiológicos y anatómicos se puede optimizar de forma segura la atención de una parturienta para obtener un mejor resultado materno y fetal.